Mujeres y Política
Trata y desaparición de mujeres
El asesinato de Regina Martínez,
termina con una vida,
con la libertad de una sociedad…
nunca nadie ni nada podrá reparar ese daño
Soledad JARQUIN EDGAR
Ya tenemos una ley federal para
castigar la trata de personas. Lo que seguimos sin tener son resultados en la
búsqueda de las personas desaparecidas, secuestradas, muchas de ellas
sustraídas de su entorno familiar y social con fines de explotación en trabajos
forzados, prostitución u otras formas de explotación sexual.
La trata de personas, que es una
forma cruenta de accionar de la delincuencia, nos revela el rostro oscuro de la
humanidad, pero también nos muestra lo que como sociedad pensante no podemos
creer y pienso que esta sospecha es compartida por muchísimas personas, porque
resulta increíble pensar que el “negocio” negro de trata haya crecido tanto y
frene a los ojos y la nariz de las instituciones gubernamentales, en especial las
de seguridad. (México es el segundo país que mayor número de personas son
llevadas por la fuerza hacia Estados Unidos de Norteamérica) Entonces ¿cómo no
se dieron cuenta?
Bueno eso pensamos, pero este tipo
de delincuentes crecieron se volvieron poderosos y nadie hizo ni hace nada,
excepto las madres y algunos padres que desesperados tocan las puertas de cada
institución en busca de ayuda. Sus gritos son tantos que ya los escuchamos, lo
peor que nos puede ocurrir, insisto, es que nos empecemos acostumbrar a
escuchar el dolor de esas familias y no hagamos nada.
Los ejemplos más emblemáticos están
ubicados en Ciudad Juárez, Chihuahua, pero el fenómeno recorre todo el país.
Oaxaca no es la excepción, este sábado aparece en los medios de comunicación
otra familia solicitando la intervención de las autoridades y de la población
para encontrar a Hermelinda Ríos Calvo de 15 años de edad, sordomuda y empleada
de una taquería (El Imparcial/Policiaca/28 Abril 2012).
Y digo otra porque ya son muchas
más de las que imaginamos, los casos más conocidos son los de Maydelith Sulem
Carmona Favian, desparecida desde el 25 de diciembre de 2011 y Paula Moreno
Gómez, de quien se presume fue secuestrada el 4 de febrero de 2011. Maydelith
como Paula son profesionistas y tienen 22 y 43 años de edad, respectivamente. Y
nada, nadie sabe nada todavía.
Esta misma semana, la ineficiente
Procuraduría General de Justicia del Estado, al mando de Manuel de Jesús López,
habló del tema, para vanagloriarse con un dicho que la verdad no deja a nadie
en paz, pues apunta que de enero a la fecha de las 121 personas desaparecidas
han “aclarado” un centenar de ellos. Tampoco señalan nada en relación con el
sexo de las personas que han desaparecido. Así que mientras el piensa que está
ganando porque las personas fueron localizadas -y no siempre por sus “eficientes
investigaciones”, sino por la incansable tarea que realizan la familias- otras
20 familias o más siguen acumulando horas y días de tortuosa incertidumbre y
una dolorosísima experiencia para las víctimas. Pero qué más da. En Oaxaca,
como en casi todo el país, la falta de resultados se resuelve, muchas veces,
con inventar culpables ¿O no señor Procurador?
Así que frente a la impunidad y la
omisión, otra vez, tenemos que tomar medidas de protección. Hacer un plan para
saber cómo y qué hacer para proteger a las mujeres y las niñas.
Hasta hace muy poco tiempo las
familias no se preocupaban cada vez que sus hijas salían de casa rumbo a la
escuela, el trabajo o a reunirse con sus amigas en un lugar de divertimiento o hacer
deporte.
Pero en muy poco tiempo, la estructura
de seguridad cambió en este país para las mujeres y las niñas. Quienes trabajan
el tema, sostienen que la trata de personas se concentra en una mayoría de
casos en niñas y mujeres jóvenes y esta esclavitud, inconcebible por donde se
le quiera ver, es la más lucrativa.
El problema, sin duda, está en la ineficacia
de las instituciones y no nos equivocamos cuando pensamos que muchas veces son cómplices
de las bandas de delincuencia organizada o porque son omisas, insensibles al
dolor humano, incapaces de actuar o de aplicar la ley con apego porque no
actúan frente a las denuncias, no les interesa resolver el problema, entonces,
no hay duda, están coludidos.
Observemos algunos detalles, sin
pretender generalizar, porque las generalidades pueden ocultar la realidad. 1)
es común que las jóvenes que desaparecen
pertenezcan a familias que carecen de posibilidades sociales y financieras para
actuar ante la desaparición de sus hijas. 2) Nadie está preparado para
enfrentar la desaparición de sus hijas, porque como buenos supersticiosos,
decimos que es mejor no pensar en un plan de acción para no llamar a la mala
suerte. Pero si al menos hiciéramos posible que la investigación se iniciara lo
mas pronto posible algo avanzaríamos.
3) Tampoco nos hemos preparado para
saber qué hacer frente a la actitud que asumen las corporaciones policiacas que
toman declaraciones, piden fotografías de las víctimas y asumen que investigarán
siempre y cuando hayan pasado, como decía antes, al menos 72 horas.
Investigaciones que se agilizan siempre y cuando haya dinero de por medio.
Por otro lado, diríamos que 4)
Nadie le toma fotografías a sus hijas todos los días (es simplemente
inoperante) y muchas veces ni siquiera sabemos cómo iban vestidas cuando
salieron de casa. 5) Descubriremos que hay algo común entre el grupo social,
nos es difícil solidarizarnos y apoyar de lleno a quien sufre este tipo de
violencias. Ya lo contaban las Abuelas de la Plaza de Mayo, otra cosa hubiera
pasado si toda la Argentina se hubiera solidarizado con ellas. Pero sólo
estuvieron juntas las que sufrieron la desaparición de sus hijas, hijos,
nietecitos o nietecitas. Y 35 años después ellas siguen buscando.
Pero no se sienta culpable, sólo
piense y súmese a esta tarea, porque estamos frente a un problema nada sencillo
y sí muy doloroso. Un problema que tal parece no se resolverá pronto por los
miles de millones de dólares que representa para los delincuentes, la actitud
corrupta de muchas instituciones responsables de nuestra seguridad y la
seguridad de las niñas y las mujeres en general, y el no saber qué hacer en las
primeras horas que siempre serán cruciales.
Por eso digo ¿qué hacemos? Sin
duda, debemos educar a nuestras hijas y prepararlas para enfrentar el mundo
inseguro en el que vivimos y, sin ser inocentes, creo que podemos aplicar
aquella regla fundamental que nos enseñaron en nuestras casas cuando también
fuimos niñas y adolescentes: “Nunca hables con extraños”, “Nunca le aceptes
nada a personas desconocidas”. ¿Se acuerdan?
No sé cuándo dejamos de enseñar
esas cosas a nuestras hijas e hijos o si será que lo hacemos muy relajadamente.
Pero hoy tenemos que volver a repetir esa enseñanza y aunque como decíamos
“pareces disco rayado”, pues tendrá que ser todos los días o de ves en cuando,
hasta que lo aprendan. Porque sabemos que con la información “tan suficiente”
que en apariencia tiene la juventud que camina por el mundo bastante confiada.
Quién fuera hija de gobernador o funcionario para traer vehículo, chofer y guaruras
armados hasta los dientes.
Parafraseando el título de una
famosa serie de la televisión norteamericana, diría “los años maravillosos” ya
terminaron, en los tiempos actuales hay que preparar a las mujeres y las niñas
y claro también a los niños, para reducir los riesgos y si es posible evitar
esos riesgos, a pesar de lo “muy informadas” que están.
Debemos recordar que se educa con
el ejemplo. No permitir la violencia hacia las mujeres es algo que empieza a
enseñar en casa. No gritos, no golpes, no regaños e insultos que dañen su
autoestima, que las disminuye, por el contrario, hay que educar con el diálogo,
el entendimiento y hablando siempre hablando sobre lo que es bueno y malo.
Sobre lo posible y lo que es probable, nunca está de más. Hacer mujeres fuertes
y seguras, dicen las expertas, reduce de manera considerable los riesgos de un
ataque, porque no son “presas fáciles” de los depredadores que saben bien cómo
echárselas a la bolsa.
Elaborar rutas o caminos es también
una medida de seguridad y hasta dicen que es necesario cambiar de ves en cuando
de ruta. Es indispensable evitar distraerse mientras se camina, es un elemento
de seguridad invaluable permanecer alertas. Porque hoy en día, sea la ciudad
que sea, grande o chica, caminar es mas o menos como manejar, no debemos
hacerlo mientras hablamos por teléfono, el teléfono nos quita concentración,
perdemos de vista al resto de las personas. Sí es necesario hablar, se
recomienda hacerlo en un lugar donde haya más gente, si se hace a media calle,
es preferible recargase contra la pared para no dar la espalda y hacerlo con
rapidez.
Por supuesto es necesario decirle a
las adolescentes y niñas que no deben por ningún motivo subirse al auto de una
persona que acaban de conocer, aún cuando les parezca una persona seria,
responsable y se haya portado muy amable con ellas ni tampoco porque sea de su
edad y muy simpática. Incluso, sabemos bien que convivir todos los días con las
personas de trabajo o en la escuela, no es indicativo que las conozcan ni mucho
menos que sean sus amigos o amigas.
Y lo que ya sabemos, conocer con
quien o quienes se relacionan nuestras hijas e hijos, qué tipo de sitios
frecuentan, no está demás que de ves en cuando los llevemos a esos sitios.
Ellos y ellas entenderán que no se trata de perseguirlos ni mucho menos
sofocarlos siempre y cuando se les explique sobre este problema que no es ajeno
a sus vidas.
Ah, se me olvidaba, debemos estar
conscientes de que esta tarea de dialogar y educar es tarea de padres y madres.
Y no está demás que en algún
momento de sus vidas aprendan alguna técnica de defensa personal. Esto, por
ejemplo debería ser tarea del gobierno municipal, escuelas públicas suficientes
de defensa personal y otras actividades no lucrativas para las mujeres y los
hombres del futuro, actividades culturales por ejemplo, pero se me olvidaba,
este gobierno municipal optó por desaparecer la Dirección de Ciencia y Arte.
Estos son algunos consejos que
pueden ayudar, claro lo mejor sería que esas redes de pederastas y tratantes de
personas estuvieran tras las rejas purgando una condena de 40 años, pero lo mejor
y verdaderamente estupendo sería dejar de pensar en que las mujeres y las niñas
son objetos sexuales. Así no tendríamos que ver a las niñas ni como edecanes ni
como modelos tanto en actos de gobierno como en eventos publicitarios.
Lo mejor sería que los hombres, los
varones, los señores, grandes o pequeños, entiendan el grave daño que ocasionan
a las mujeres, a todas las mujeres, incluyendo a las de su familia, cada vez
que acuden a los centros de divertimento como las llamadas casas de citas,
prostíbulos o “table dance” “sólo a mirar” como luego dicen.
Sería buenísimo que los esos
hombres de todas las edades –insisto- dejen de comprar revistas y películas
pornográficas, porque no siempre se trata de personas que decidieron de forma
consciente actuar en ellas. Por tanto, no estaría nada mal que las autoridades
confiscaran esa mercancía que está en los puestos que de día venden periódicos
y por la noche revistas pornográficas en los centros comerciales, mercados
públicos y en las esquinas de todas las ciudades.
Sería fantástico que en las casas y
en las escuelas les dijeran a los niños y señores grandes que la pornografía a
través de la internet es tan destructiva de vidas humanas como la que se compra
en las esquinas y que por cada página de contenido XXX ( se calculan por
millones estas páginas) se contribuye a la existencia de una de las industrias
más perversas y degradantes de la humanidad: la trata de personas.
Porque lo cierto es que mientras
haya compradores o proxenetas existirá la trata de personas y la esclavitud
sexual, y mientras eso exista, seguiremos enfrentando la desaparición de
jóvenes de todas las edades en este país y en el mundo entero y es necesario
decir que el daño es general porque se perpetúa y da carta de naturalidad al
aberrante estereotipo de la mujer objeto sexual que tantas vidas ha lastimado.