Soledad Jarquín Edgar
SemMéxico, 2 enero 2017.- Año nuevo vida nueva.
Así dice el popular refrán que no tendrá cabida en 2017
para la nación mexicana. Irónicamente tendremos que darle las gracias a los
diputados y senadores que dijeron sí a la reforma energética. Gracias a las
televisoras que apuntalaron con todo el desastre que don pueblo advertía. Gracias
señor secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell por ser tan inepto y solo
velar por los intereses de particulares pero nunca por el interés de la gente.
Gracias a Enrique Peña Nieto, por cierto, calificado como el peor de los
presidentes que este país ha tenido en los últimos años y que merece un juicio
político.
Aquí está ya el 2017 y todo lo que ha de significar, por
eso este año los buenos deseos están cargados de temor, recelo y desconfianza
en contra del partido del presidente Peña que desde el anuncio funesto y ya
preanuncio de la liberación del precio de las gasolinas no dio la cara, tomó un
avión y junto con sus hijos y los hijos de su pareja salieron de vacaciones,
faltaba más, si para eso está el pueblo pagando. Para que vacacionen a gusto y
a placer. ¿Podrían vivir con un sueldo de dos mil 401 pesos mensuales que recibe
la gente por una jornada de ocho horas? No ya vimos que no. Este es un país de
desiguales.
Para nadie es ajeno que este será un año difícil y mi
optimismo se une al sentir de la gente que está preocupada realmente, desde sus
entrañas porque no podrán tener año nuevo y vida nueva.
En este país donde el salario mínimo es mínimo (80.04
pesos), donde el poder adquisitivo disminuyó 11.11 por ciento en los últimos
cuatro años (de acuerdo a un análisis de la UNAM) y donde hay 55.3 millones de
personas viviendo en pobreza como lo ha dicho el Consejo Nacional de Evaluación
de la Política de Desarrollo Social (Coneval), que nos revela, además, que los
últimos seis años esa pobreza creció 1.9 por ciento. Gracias, sí, a las
políticas públicas mexicanas.
Y a más pobreza más violencia contra las mujeres de todas
las edades, menos posibilidades de adquirir lo necesario, ninguna alternativa
para salir adelante, excepto claro está que usted forme parte de la más
privilegiada de todas clases de este país: la política.
¿Pero que sabe la clase política de lo que significa
vivir en pobreza? Nada. Por eso no entienden, por eso creen que se trata de
repartir comida y cobertores, por eso creen que los pobres no tendrán problema
con el aumento de las gasolinas, total si ni carro tienen, es más no tienen ni
para un camión.
Qué saben de vivir en pobreza si jamás han tenido hambre.
Jamás han pasado ni medio día sin masticar algo. En este país hay personas que
no tienen ni para un kilo de tortillas y menos aspirar a que sus hijas e hijos
acudan a la universidad, aunque sea pública.
Ya lo dijeron quienes saben y no necesitamos ser expertas
ni expertos para entender lo que va a ocurrir. Para nada. Nos dice que el
primer efecto será el incremento de la canasta básica con aumento en productos
como la leche, la carne, los huevos,
Si industriales y productores prevén incrementos de hasta
30 por ciento en productos de consumo diario eso nos llevará a pensar que
podríamos amanecer cada día con menos consumo, menos que comer en las mesas de
las familias, menos oportunidades para adquirir ropa, zapatos, además de los ya
esperados incrementos en el transporte público pese a ser tan deficiente, tan
malo y tan inseguro (especialmente para las mujeres).
En México el 91 por ciento de los jefes de familia tienen
vivienda propia, sólo 42 por ciento de las jefas de familia (casi cuatro
millones de mujeres) son dueñas de sus viviendas (CONAPO). ¿Con la crisis
económica cómo se resuelve esa aspiración? Si como ya lo dijo INEGI las mujeres
ganan 30 por ciento menos, es decir, en los hogares jefaturados por mujeres el
ingreso es menor. No me digan que ahora tendremos viviendas rosas.
De acuerdo con un
artículo de Monitor Económico de Baja California (goo.gl/AEJIFr) el Centro de Análisis
Multidisciplinario de la máxima casa de estudios refiere que la “pérdida para los trabajadores asalariados a lo largo del tiempo se
estima en 15 billones, 612 mil 859 millones de pesos, desde el año 1983 a 2013,
debido a que sus ingresos van disminuyendo con respecto a lo que genera la
economía nacional, es decir, el Producto Interno Bruto (PIB).
“De 1970 a 1982 el promedio de participación
de las remuneraciones a los asalariados con respecto al PIB fue de 37.1 por
ciento, mientras que de 1983 a 2015, la participación promedio fue de 29.4 por
ciento.
“La UNAM detalla que el tamaño de esta
pérdida es exorbitante, pues equivale a 219 veces el presupuesto en Defensa
Nacional para 2015; mil 238 veces el presupuesto de Comunicaciones y Transportes
y 51.1 veces el presupuesto de Educación: “El tamaño del despojo es tanto como
para pagar por más de un siglo (124 años) todo el presupuesto destinado a deuda
pública”, asestó”.
Ahí lo tienen.
El 2017 será un año difícil y tendremos que exigir cuentas a quienes nos
gobiernan, solo de esa manera sabremos si el pueblo mexicano tiene sangre o
atole en las venas, como decía mi maestro de Sociología.
Será un año
lleno de dificultades en especial para las mujeres que son las que finalmente,
por construcción de género, por asignación de roles, por mandato, siguen
lidiando dentro de casa, aun cuando trabajen fuera de ella, aun cuando aportan
la mitad o a veces más de los recursos que se requieren para mantener a una
familia.
La cotización de
las gasolinas, sin duda alguna, reforzará el rostro femenino de la pobreza.
Pobreza con la que, en año político, rumbo a las elecciones 2018, serán parte
del juego permanente al que esta nación ha sido sometida elección tras elección.
Veremos si desde este 1 de enero el PRI empieza a cavar su tumba o las y los
mexicanos seguimos como hasta ahora: sobreviviendo y masticando las sobras.
@jarquinedgar