miércoles, 9 de julio de 2014

¿Yo feminista? Sara Lovera, tenemos la palabra pero no los medios



¿Yo feminista?
Sara Lovera,  tenemos la palabra pero no los medios
* No tenemos un movimiento potente, capaz de poner en la picota a los poderosos y potentados patriarcas

Soledad JARQUÍN EDGAR
Sara Lovera periodista y activa militante feminista desde hace más de cuarenta años.  Su tarea, como la de muchas otras, dejó huella, rastros precisos para las mujeres de las nuevas generaciones, en específico de centenares de periodistas.
El trabajo fundamental de Sara Lovera se ha centrado en abrirle los ojos a muchas periodistas del país para que volteen su mirada a las mujeres como sujetos de la noticia, para construir una comunicación e información donde las mujeres no sean invitadas de palo sino actoras fundamentales, para ello recorrió el país, sus capitales pero sobre todo los municipios. Su nombre es referente fundamental cuando se habla de periodismo de género.
En ese sentido, Sara sostiene que las periodistas feministas hemos tomado la palabra, pero advierte, que todavía no hemos tomado los medios y opera en contra de las mujeres una gran muralla de poder: “es el cambio cultural, la transformación del pensamiento y la ideología, un enorme pendiente. Creo que hemos creado una corriente, que muchas periodistas están preocupadas y ocupadas. No podemos saber qué pasa con todas las mujeres que las leen en todo el país”.
A la distancia de los años, Lovera se pregunta “si será necesario hacer un periodismo feminista para iniciadas o tenemos que tomar todos los medio. Siempre pensé en que una fuerza organizada de periodistas podría hacer la diferencia en los medios. Pero esto no ha sido así, no obstante habría que hacer una evaluación para saber si hemos logrado simpatías de mujeres que andan por ahí, las que denuncian, las que han conseguido quitarse culpas por quererse a sí mismas, las que luego van a trabajar a las instituciones convencidas que pueden “incidir”…”
Y sí, por supuesto que sí hay en México un periodismo feminista, aplastado por los grandes consorcio. Necesitamos hacer una evaluación, saber qué pasa con quienes leen hoy Las Caracolas o la revista Nosotras o quien leía la Doblejornada, ¿qué pasa cuando tienen en sus manos un artículo de una periodista joven que estuvo en uno de nuestros encuentros y qué hace lo suyo, ahí en cualquier lugar de México y hasta del mundo.
Pero además, plantea, que con tantas mujeres en tantos medios, “no sé si lo que necesitamos son buenas periodistas, capaces de toparse con las mujeres y hablar de ellas. Buenas periodistas aunque no se sientan feministas, aunque no tomen un taller de periodismo de género, necesitamos saber si serían capaces de descubrir a sus las desigualdades y sus opresiones. O sólo necesitan cubrir bien los acontecimientos y buscar como diría mi amiga Gloria Analco, la verdad. Nos falta muchísimo, pero hemos abierto caminos”.
Por otro lado, considera que los medios deben cambiar su trato con respecto a las mujeres, pero sostiene que es a través de los medios cómo las mujeres han lanzado la gran protesta contra el feminicidio, a pesar de las horribles notas de sangre que publican. Sería una contradicción despreciar a los medios sin conocer a sus trabajadores y trabajadoras, y no conocer las ganancias y las maldades de los dueños, o el camino de los grandes capitales en esta industria.
Militante feminista
Sara Lovera además de una comprometida periodista es una militante entre los grupos a los que pertenece o ha pertenecido están el Movimiento en Acción Solidaria que se convirtió en Lucha Feminista; después en la Coalición de Mujeres y más tarde Ven Seremos de Michoacán. Las del MAS hicieron alianza con el Movimiento Nacional Feminista, en 1973 y ahí estuvo ella.
Al finalizar los setenta militó en Madres Libertarias, organización de mujeres troskistas que llamaron a luchar para rescatar a los hijos e hijas que a raíz del divorcio eran secuestrados por los padres, y también en el Frente Nacional de Lucha por la Liberación y los Derechos de las Mujeres. “Desde que estaba con Madres Libertarias estudié cómo esta condición de madres marcaba a las mujeres de tal forma, que no tenían vida propia”.
Con un grupo de periodistas, entre ellas Silvia Sayago, quien escribía en El Nacional una columna sobre mujeres, Isabel Zamorano y otras reporteras intentaron formar un pequeño grupo de trabajo, no pudo ser, sin embargo, desde entonces había nacido el deseo de juntar las periodistas, explica Sara Lovera.
En 1981 fue parte de la Red Nacional de Mujeres; después en la Fundación de Mujeres en Lucha por la Democracia, en la segunda creación del MAS en 1985 y en Mujeres en Lucha Sindical. Además de grupos o coaliciones latinoamericanas y en esa misma década con otras periodistas fundó Comunicación e Información de la Mujer y de manera paralela dirigió el suplemento Doblejornada, ambos proyectos le brindaron oportunidad de asistir a reuniones internacionales y a las conferencias de la mujer, donde encontró otras mujeres que como ella impulsaban la idea de que “las mujeres también son noticia”.
En la actualidad  milita en Feministas Socialistas, “agrupación con sabor de antaño” en el que siguen estudiando, analizando y desde ahí, hace algunos años llamaron a conformar el Pacto Nacional por la vida y la libertad de las Mujeres, en específico por la defensa de su derecho a decidir.
No tenemos un movimiento potente
Es a través del feminismo como las mujeres tenemos hoy derechos, como sucedió en el D.F. con la despenalización del aborto, otras hacen conciencia cotidiana y algunas más consiguen avances para todas las mujeres en procesos de “negociación” y acuerdos con las autoridades. Sin embargo, el problema es que no tenemos un movimiento potente, capaz de poner en la picota a los poderosos y potentados patriarcas. No tenemos una conciencia colectiva, porque unas cuantas no podemos lograrlo. Quizá por eso la tendencia a horadar la pared dura del patriarcado.
Si lo vemos desde la utopía, agrega, podemos juzgar a quienes actúan solo si tienen financiamiento. Perdimos la frescura y mucho coraje; la militancia por sí misma. Hacemos gestiones precisas para sobrevivir, pero no hemos organizado a las mujeres, esas del pueblo, de las masas. A esas mujeres las está organizando el gobierno. Esto no tiene que ver con incapacidad, tiene que ver con las circunstancias.
Durante los últimos 30 años la crisis económica recurrente ha generado una cantidad de empleos para “trabajar con las mujeres”, pero no sé si logran transformarlas como quisiéramos. No sé si trasmiten con emoción y convicción lo que deseamos, no hablo de todas, por supuesto. Pero es claro que a las feministas y sus propuestas, las mexicanas, nos deben la creación de las instituciones, de leyes, de promesas y de acciones efectivas. No todo es fracaso e inmovilidad, sin las leyes que consiguieron las diputadas feministas a presión de los grupos, no tendríamos elementos para reclamar.
Cuando plantea la pérdida de la frescura, recuerda que hace 40 años tomaban la calle numerosas mujeres en el DF y que en alguna ocasión tomaron el Auditorio Nacional para protestar por el Curso Mis México o una noche en 1981, cuando con antorchas  marchamos para reclamar nuestra libertad para andar en la calle a cualquier hora y no ser violentadas. Hoy duele que casi ninguna mujer esté segura en ninguna parte. Ni en su casa ni en la calle, la violencia parece poblarlo todo. Probablemente es tiempo de organizar y horadar colectivamente, no sólo en grupos de interés.
A pesar de considerarse como “naturalmente feminista”, esta tozuda y rebelde mujer sostiene que se ha acoplado a los cambios del feminismo y afirma que si tuviera que caracterizar su feminismo diría que busca reconocer la condición social de las mujeres y tratar de transformar esa condición desde su trinchera, la de periodista.
Claroscuros, desesperanzas y satisfacciones
Pero ser feminista tiene consecuencias, en ella puede considerar como tales la modificación de su conciencia, a través de lo que ha aprendido y que la ha hecho una feminista entre claroscuros, desesperanzas y muchas satisfacciones, como la solidaridad de las mujeres en momentos fundamentales de su vida como cuando murió su compañero de tres década: Joel Garnica. Entonces se sintió rodeada, abrazada por las mujeres de los partidos políticos, las académicas, las militantes o activistas de México y fuera del país.
Sobre la institucionalización del feminismo, Lovera dice que sí, pero no es negativo por sí mismo y lo que debemos hacer es exigir que las instituciones cumplan con los mandatos establecidos en la ley, con los programas y presupuestos, para atender las demandas sociales de las mujeres en diversos ámbitos, que haya justicia y se castigue a los violentadores o que en materia política haya paridad. El problema es que no hay emoción en las instituciones y no hay movimiento cohesionado para exigir que cumplan. “Debíamos denunciar la corrupción, el mal gobierno donde los haya y poner en pie nuestras demandas. En lugar de eso nos ponemos a arrastrar el lápiz con las y los funcionarios”.
Fuimos algunas de nosotras las que empujamos las comisiones de equidad y género en los congresos y ahora no estamos contentas. No lo estamos por una contradicción:  queremos que cambie o no la sociedad si no es con este sistema ¿cómo? Y por qué no vamos a la raíz. Tenemos suficientes elementos teóricos y experiencia como para luchar por la democracia, pero muchas veces repetimos el autoritarismo entre nosotras, eso no nos deja crecer.
Por otro lado, reconoce que la investigación feminista, en que se ha convertido lo que empezó por estudios de casos o estudios de las mujeres, ha dado un enorme  conocimiento. Sin la investigación feminista nunca hubiéramos visto y analizado la muerte materna ni la condición de muchas mujeres. Los estudios feministas además nos han traído esas historias que me contaba Adelina Zendejas, ordenadamente y con contexto.
Es a través del feminismo de la academia que tenemos todas las herramientas que nos permiten actuar. Pero también debe decir que mi convicción ideológica me enseñó que van juntas teoría y práctica. No se puede actuar sin la ciencia feminista y la ciencia feminista no sirve de nada si no se conoce o no se practica.
Sus preocupaciones
Mi principal preocupación en este tiempo de mi vida, cuando contamos con herramientas de conocimiento, jurídicas, la experiencia de millones de mujeres, los diagnósticos y las estadísticas, es el cambio cultural.
Ni las activistas ni los grupos de interés ni las sabias han analizado a los medios de comunicación, reproductores de las más antigua ideas de lo que es ser hombre o ser mujer: nos revictimizan, abusan del amarillismo y nadie los controla, son libres, Ni el gobierno ni las instituciones ni la sociedad…nadie les exige nada.
Durante 40 años, el sector de los críticos a los medios son prácticamente hombres. Y para nada cercanos a nosotras. Ellos han hecho las iniciativas y han logrado algunas cosas, como los cambios constitucionales. Pero estos intelectuales no tienen mirada de género, no se dan cuenta de lo que los medios propagan. Incluso no entramos a la discusión de las reformas en los medios. No tuvimos o no quisimos hacer uso de las investigaciones sobre los medios y las mujeres.
Cambio cultural que también incluye al sistema educativo nacional. Ningún grupo de interés se ha hecho oír para cambiar la mentalidad del magisterio, de las y los profesores que enseñan a las niñas y los niños. Claro, entiendo, el magisterio es un monstruo de mil caras. El sindicato magisterial está profundamente alejado de nuestra palabra, de nuestras preocupaciones.
Necesitamos ser asertivas en el cambio cultural, de conciencia, en los medios, en la escuela, pero no tenemos la fuerza y por desgracia tampoco el interés suficiente.
A pesar de todo, Sara Lovera no ve retrocesos en el feminismo, lo que ve es que los avances no llegan a todas las mujeres. Para lograr lo contrario propone tomar conciencia individual y colectiva. Ya no es suficiente la protesta ni la negociación, necesitamos un movimiento consciente y actuante y no sé si lo veré.