Palabra de Antígona
Marzo de las Mujeres
Por Sara Lovera
Ahora que se conmemorará el 104 aniversario del Día Internacional
de la Mujer, el 8 de marzo, y que se dirán tantos discursos, no entiendo
porque no volteamos a nuestra propia historia. Que yo recuerde jamás se ha
hecho este importante recordatorio en el lugar geográfico, donde pudiéramos
decir nació el movimiento más señero y avanzado de las mexicanas: Yucatán.
Cuando los presidentes de la República quieren hacer un
anuncio sobre alguna política o cambio jurídico para las mexicanas, llaman a
cientos de mujeres a una ceremonia formal, opaca, sin chiste, donde todas esas
mujeres le aplauden. Generalmente en algún salón de la casa presidencial
de Los Pinos.
Yucatán, en cambio, encierra las voces y los ecos de esas mujeres
que se levantaron por sus derechos en 1916 durante los Congresos Feministas;
ahí donde nació en 1922 la demanda que hoy llamamos derechos sexuales y
reproductivos, por la distribución de anticonceptivos, por la libre decisión de
mantener o interrumpir un embarazo y por la educación sexual para la infancia y
la adolescencia.
En Yucatán, donde nació la primera liga de mujeres campesinas
denominada Rita Cetina Gutiérrez, en homenaje a esa maestra, nacida en Yucatán
que creó la sociedad científica y literaria “La Siempre Viva” y dirigió una
revista del mismo nombre.
En Yucatán, del Instituto Literario para Niñas, que se
considerada la escuela para mujeres más importante de su época (1846). Ahí en
1923, no puede olvidarse, el pueblo eligió con voto secreto a Elvia Carrillo
Puerto como la primera diputada local de la historia del país, Elvia Carrillo
la misma que creó esa liga de mujeres campesinas.
También fue en Yucatán donde se eligió a la primera regidora del
país, la profesora Rosa Torre G, también en 1923. Ahí donde nació el
movimiento sufragista de las mujeres y, en 1922, precisamente cuando las
mujeres demandaban los derechos sexuales y reproductivos, el gobernador
socialista Felipe Carrillo Puerto (1922-1924) envió al congreso la primera
iniciativa para otorgar el voto ciudadano a las mujeres.
Por eso Yucatán es el crisol de los derechos ciudadanos,
económicos, sociales y culturales para las mujeres. Ahora que ya es ley la
paridad, el 50/50 para las listas electorales en virtud de la Reforma Política,
sería muy bueno que ahí se hiciera la ceremonia del 8 de marzo, puesto que el
año pasado se cumplieron los 60 años del voto femenino y el 2015 se probará en
las urnas la paridad.
No estaría mal que ahí, en Yucatán, en ese pueblo de tantas lides,
donde vieron la primera luz, como en primavera, mujeres emblemáticas de un
largo listado. Donde sería bueno recordar a las mujeres indígenas que
asombraron la pequeñez de curas y conquistadores por su forma de vestir. A los
conquistadores les llamó la atención desde un principio esa costumbre de
las naturales; las mujeres fueron calificadas de deshonestas por andar desnudas
de la cintura para arriba. Ellas a quienes les pusieron encima el hipil como
mandato para ir a lavar al río.
De ahí venimos con nuestra demanda de ser personas. Ahí en Yucatán
le reviramos al conocido como prohombre de la cultura, José Vasconcelos que
acabó imponiendo el Día de la Madre, por la rebelión de las socialistas de los
círculos rojos de reflexión que pedían sus derechos.
Hasta Yucatán llegó Hermila Galindo en 1916, como heraldo del
constitucionalismo. Hoy, de acuerdo con los informes oficiales, en Yucatán se
registra la estadística más baja en violencia contra las mujeres.
No obstante, Yucatán con una buena parte del sureste mexicano ha
olvidado su origen, anida la pobreza y la ignorancia, todavía es grande la
diferencia entre indígenas y blancos. Tiene como herida la guerra de castas y
los frescos del Palacio de Gobierno recuerdan las imágenes de tan cruel
historia.
Yucatán es la única entidad del país donde ha habido dos gobernadoras,
entre las apenas seis de nuestra historia. Dulce María Sauri (1991-1994), quién
también se convirtió en la dirigente nacional del PRI, e Ivonne Ortega
(2007-2012).
De esos aires sureños donde anida tanta historia y tanta
marginación, de ahí tendría que venir la reflexión 2014 del Día Internacional
de la Mujer, para revisar la agenda, tan parecida y distinta, a la que hoy
tenemos en México: educación, salario igual a trabajo igual, cese a la
violencia contra las mujeres -que cobra a diario vidas y el futuro para miles
de mexicanas-, hacer real la igualdad para mujeres y hombres, el más grande de
los pendientes y desde donde se construyen la discriminación, el feminicidio,
el rechazo y la exclusión.
Yucatán del que se enamoró Alma Reed. El estado mítico que un día
quiso separarse de México, por la decepción política y social. Desde donde
marchan todos los días cientos de yucatecas en busca de una mejor opción de
trabajo y de vida. Y me acabo de enterar por un estudio del INEGI, el lugar de
origen de una mayoría de trabajadoras domésticas a quienes la modernidad les
quiere cobrar impuestos.
En fin. Un sitio de playas, paisajes, caminos. Hermoso y doloroso
cuando una ve convertidas las añejas casas de los dueños de los campos de
henequén, construidas con la sangre de las indígenas, convertidas en hoteles
exclusivos para el gran turismo. Un pueblo desde el cual podría anunciarse y
luego cumplirse un verdadero y profundo programa de cambio cultural, de
justicia para las mujeres; ahí la cuna del día de la madre, por represión, se
podría dar respuesta a las madres de las y los desaparecidos en esta guerra que
inició Felipe Calderón, y su estela de desgracias donde nace nuestra
indignación cotidiana.
Sería bueno que se hable fuerte y profundo desde el sitio Yucateco,
y de paso podremos recordar que marzo es emblemático, porque el día 5, se
cumplen 144 años del nacimiento de Rosa Luxemburgo, una de las promotoras del
histórico Segundo Congreso Internacional de Mujeres Socialistas espacio que vio
nacer la celebración del 8 de marzo y donde arrancó la larga faena de las
sufragistas del mundo entero.