Antonia Ramírez, madre de Virginia y Daniela |
Silencio, la respuesta del gobierno a familia de desaparecidas triquis
· Marcharon para recordar que se cumplieron seis años desde que Daniela y
Virginia fueron desaparecidas
Soledad JARQUÍN EDGAR
Sigue abierto el silencio para la
familia de Virginia y Daniela Ortiz Ramírez, desparecidas desde hace seis años
en la región de la mixteca, en tanto las puertas del palacio de gobierno
nuevamente se cerraron cuando solicitaron hablar con el gobernador Gabino Cué
Monteagudo.
Unas cien mujeres y hombres
triquis, integrantes de Consorcio-Oaxaca y el dirigente de Organización de
Pueblos Indígenas Zapotecos, Juan Sosa, recordaron que este viernes 5 de julio
se cumplieron seis años desde la desaparición forzada de las dos jóvenes
triquis, a quienes nadie busca, dijeron su madre Antonia Ramírez y sus primas
Emelia y Adriana Ortiz.
Luego de caminar desde la fuente de
las Ocho Regiones, ubicada al norte de la ciudad hasta el palacio de gobierno,
donde esperaban ser atendidas por Gabino Cué y conocer los “avances” en la investigación,
lo que no fue posible, en cambio las puertas se cerraron y solo asomaban la
cabeza uno y otro guardia de seguridad para pedir informes, preguntar qué
querían y luego de una larga espera recibir la respuesta antes mencionada.
Antonia Ramírez acompañada de otras
tres de sus hijas, Carmela, Belén y Laura, dijo que desde hace seis años su
familia no está bien, nos robaron la posibilidad “de acompañarlas en la lucha por sus sueños y
objetivos…¡desearía que hubiera sido sólo un sueño pero representa una
pesadilla!”
Tras de pedir dinero prestado, Antonia Ramírez pudo
viajar a Oaxaca para exigir justicia para sus hijas, qué le digan dónde están,
afirma en entrevista, para luego asegurar que la pobreza es la razón por la que
nadie busca a sus hijas.
Y es que Antonia coincide con Emelia y Adriana,
quienes señalaron que su familia, indígena y pobre, ha sido discriminada por el
gobierno, porque a diferencia de otros casos de desaparición o secuestro de
personas con apellidos poderosos y con dinero sí los buscan y los encuentras,
“a mis primas no las buscaron”. Se refieren al reciente secuestro de los hijos
de un empresario y sobrinos de un dirigente nacional de empresarios, que fueron
localizados y entregados a su familia, en tanto sus captores, algunos de ellos
profesores, enfrentan ya a la justicia.
La pesadilla de esta familia empezó un jueves 5 de
julio de 2007, cuando Antonia despidió a sus hijas en la comunidad de Rastrojo,
población habitada por la etnia Triqui, Virginia de 20 años le había pedido a
su hermana Daniela de 14 que la acompañara a San Marcos Xinicuesta porque había
logrado que la cambiaran a la población de La Luz Llano Nopal para estar más
cerca de su familia.
Virginia es profesora bilingüe, Daniela una
adolescente que cursaba la secundaria, ambas salieron de su casa y le dijeron a
su mamá que volverían al día siguiente. Como no regresaban Antonia llamó al
celular de su hija mayor el sábado por la mañana desde la caseta telefónica de
la población, un hombre contestó y colgó. Pensó que se había equivocado, volvió
a marcar a su hija y esta vez una mujer respondió diciéndole que no conocía a
Virginia, “me preocupó que mientras me respondían, se escuchaban voces de
hombres, música y de botellas”.
Ese mismo día inició la búsqueda de sus hijas. En
la comunidad le dijeron que tal vez ya tenían novio y que se habrían ido con
ellos. Antonia no creyó porque sus hijas le habrían avisado. Por eso salió de
su casa e inició la búsqueda en las terminales de transporte donde ellas
transbordarían y taxis pero nadie le dio una respuesta.
Días después, le informaron que sus hijas fueron
vistas cuando eran llevadas en una camioneta con los ojos vendados y las manos
atadas y que entre sus captores estaban Miguel
Ángel Velasco Álvarez y Francisco Herrera Martínez, quienes permanecen en
prisión el primero desde 19 diciembre de 2011 y el segundo desde 9 enero de
2012; así como Timoteo Alejando Ramírez, quien fue asesinado en Yosoyuxi, el 20
de mayo 2010, y José Ramírez Flores quien reside en Guadalupe Tilapa. Cabe
agregar que Timoteo Alejandro Ramírez había sido acusado en 2006 de haber
participado en la violación tumultuaria de una menor de 13 años de edad y
originaria de Rastrojo, caso que también se archivó.
En una ocasión Antonia Ramírez recibió la noticia de que
sus hijas habían sido asesinadas y sus cuerpos arrojados a un barranco en
Cumbre Hierba Santa, pero no se encontraron los restos, por lo que ella tiene
la esperanza de que sus hijas estén vivas y que un día las pueda volver a
abrazar, dice esta mujer a quien el dolor se le refleja en el rostro.
Desde hace seis años, Antonia expresa contundente que
vive sin vivir y no entiende el “odio y la saña que han tenido en contra sus
hijas y contra su familia”. Antonia recuerda que ahora como en los años ochenta
es víctima de la violencia institucional, cuando miembros del ejército mexicano
entraron a su casa, la amarraron y le colocaron una soga al cuello simulando un
ahorcamiento si no les decía sobre el paradero de su esposo Amado Ortiz. Ella
no habló, defendió desde entonces a su familia. Su esposo era señalado por un
grupo contrario a la organización triqui más antigua e importante el Movimiento
de Unificación de Lucha Triqui, formado por los hombres de su familia.
Antonia, dice su sobrina Adriana Ortiz, no se deja vencer
porque piensa en sus otros hijos e hijas, eso es lo único que la sostiene y la
esperanza de que alguna vez volverán a su casa Virginia y Daniela a quienes
despidió en la puerta aquella mañana del 5 de julio de 2007 y hasta hoy ninguna
autoridad le informa cuál ha sido el destino de las investigaciones,
investigaciones que la familia presume no se han realizado, a pesar de que los
hechos fueron denunciados el 13 de julio de 2007 en subdelegación de la
Procuraduría General de Justicia del Estado en Putla, donde se abrió la
averiguación 187/2007.
El caso que fue atendido entonces por el procurador
Evencio Nicolás Martínez Ramírez, en el gobierno de Ulises Ruiz, tuvo muchas
dificultades derivado explicaba el procurador a los problemas que enfrentaba la
etnia triqui, lo que imposibilitaba enviar policías a inspeccionar la zona.
Hoy, en el gobierno de Gabino Cué aunque hay detenidos de nada les sirve porque
ninguno de los dos han dicho qué paso con las dos jóvenes.
“Si tuviéramos dinero, si no fuéramos pobres ni triquis
estoy segura que las cosas serían de otra forma”, insiste Adriana quien camina
al lado de sus paisanas, conocidas y mujeres de su familia que con huipil rojo
caminan sobre las avenidas y calles observadas en silencio por la gente que
parece molesta ante “otra marcha” y la impaciencia de automovilistas que no
comprenden por qué otra vez un puñado de mujeres tomaron las calles.
Esta misma tarde, en un comunicado, la familia de Virginia
y Daniela que ahora tendrían 26 y 20 años, enviaron un comunicado a la opinión
pública y a las autoridades reclamando la omisión y el silencio que ha guardado
desde 2007 el gobierno estatal “sordo ante el dolor”... “hablan de justicia
pero los beneficiarios de dicha justicia son los empresarios, los
políticos corruptos, no los pueblos. Los pobres son asesinados, lesionados,
desaparecidos, para ellos no hay justicia…¿no va a ver justicia para Virginia y
Daniela?