A Reserva
La verborrea demagógica frente
a la verticalidad juarista
Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
La conmemoración del
aniversario del natalicio del prócer oaxaqueño Benito Juárez García es el
acontecimiento medular con que se miden a sí mismos los gobernantes en sus tres
niveles y, claro, los tres poderes republicanos frente a la ciudadanía,
pronunciando sendos discursos en clara competencia auto-elusiva de su
“congruencia con los postulados juaristas”, resultando la francachela más
impúdica y demagógica de las arengas políticas. En esta fiesta de adhesión
juarista los oaxaqueños se llevan el oro, con arrogancia se asumen sus
emisarios directos, casi reencarnación de su paisano, convirtiendo este año
electoral el eje de sus campañas.
El juarismo se ha presentado
como un objeto multiforme y esquívo, pero en especial cargado de prejuicios,
mitos y de posiciones ideológicas, políticas que se acomodan convenientemente a
los discursos de gobernantes de toda la geometría política –incluso la derecha-
que pretenden reivindicar acciones públicas en el contexto del contenido de
frases y postulados del insigne Benemérito de las Américas.
Este fenómeno –el juarismo- ha
significado históricamente en la clase política el compromiso de objetivación
de conductas simétricas, como absolutamente necesarias para la legitimación de
su quehacer público. Es el juarismo, entonces el símbolo de lo que debe ser un
buen gobierno, pero fundamentalmente lo tendrá que esperarse de un buen
gobernante; frases hay muchas, que son replicables desfachatadamente en las
retóricas, en estrados y barandillas “republicanas”.
El mérito de la asunción
juarista en la historia narrativa de “Don Benito Juárez García” se consolida
con una imagen construida más con argumentos románticos, creando una identidad
desde la niñez escolarizada, que potencia el sentimiento de millones de
mexicanas y mexicanos inmersos en las persistentes condiciones de pobreza y
marginalidad, y refuerza la esperanza en un estado actuante en los postulados
del prócer Juárez.
Benito Juárez se enseña desde
la primaria, es un caso extraordinario en la historia de bronce, zapoteca
nacido en el seno de una etnia de la sierra de Oaxaca y de humildes orígenes,
huérfano desde pequeño, con tenacidad fue capaz de forjarse una sólida y ascendente
carrera que lo llevaría a ser presidente de la República, seguramente el único
presidente de origen indígena, abogado excelso, capaz de leer latín, inglés y
francés, verdadero estadista liberal congruente con sus convicciones.
Fue gobernador del Estado de
Oaxaca y después presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
nombrado en consecuencia Presidente de la República, reelecto varias veces;
durante uno de sus mandatos enfrentó la invasión de Francia, en algún momento
tuvo que llevar el gobierno al norte del país por la llegada de Maximiliano, a
quien finalmente ejecutó. Son atribuibles a su política dos importantes
periodos históricos: la Reforma y el Estado Laico, así como la República
Restaurada. Su quehacer público está determinado por grandes acciones definidas
en profundos enunciados que marcan los anhelos políticos actuales; tal vez su
frase más reconocida es “entre los individuos como entre las naciones el
respeto al derecho ajeno es la paz”.
El 21 de marzo pasado se
celebraron 207 años del natalicio de Benito Juárez García y no hubo un solo
espacio político nacional que no diera cuenta de ello, desde el presidente EPN
quien había arribado apenas de Roma donde acudió en “visita de Estado” a la
salutación diplomática con el recién electo papa Francisco I, jefe del Estado
Vaticano, a quien invitó por cierto a visitar México, aprovechando su ya
confirmada visita a Brasil, y al parecer no le dio tiempo de preparar mensaje
alguno, silencio que después pretendió resolver con dos tuitazos: "Hoy
conmemoramos el natalicio de Benito Juárez, defensor de las instituciones y del
imperio de la ley" y "A 207 años de su nacimiento, su ejemplo de
perseverancia y trabajo en favor del Estado de Derecho sigue inspirando a
millones de mexicanos", ¿será que empieza la decadencia del juarismo o
solo es que en esta ocasión se priorizó el carabaneo diplomático al líder de la
iglesia católica? Bueno, hay que rescatar la afirmación de EPN frente al papa
de que México es un Estado Laico.
En cambio el gobernador de
Oaxaca, tierra de Juárez, en sendo y accidentado acto conmemorativo, al que
asistió confiado de que podría asumirse como buen gobernante juarista, en su
proemio arreglado por su más radical asesor –Víctor Raúl Martínez Vásquez– no
lo pudo hacer por la irrupción del magisterio oaxaqueño que a gritos y
sombrerazos anularon toda capacidad de sonido.
Así, tuvo que regresar a su
espacio de confort con todo y comitiva para preponderar sus acciones en un
evento público casi privado donde la Secretaría de Desarrollo Social del Estado
-Gerardo Albino González y el propio Martínez Vásquez- presentó el libro
“Benito Juárez por Benito Juárez”, presentación que dio oportunidad a Cué
Monteagudo de referir algunas citas de Juárez propicias al estatus político de su
gobierno, afirmando con vehemencia: “El Juarismo irrumpe en nuestro tiempo para
orientar el rumbo que todos debemos seguir para continuar construyendo la
grandeza de Oaxaca”.
Repitió aquella frase juarista
tan aplaudida el día de su toma de protesta en 2010: “El tiempo de Oaxaca es el
tiempo de la legalidad, del diálogo y los consensos; nunca más de la represión
y el autoritarismo”, y exhortó a la sociedad a que “prevalezcan las enseñanzas
de Igualdad y Justicia, pues sólo así será posible cerrar los márgenes de
desigualdad que aún lastiman al Pueblo y para hacer del Estado de Derecho el
basamento de la sociedad, así como el entorno donde impere el respeto a los
derechos de la colectividad”. ¿Qué tal? Se le olvidó el “orden público” que
Juárez refería como el límite de los atropellos de intolerantes que violentan
la paz social.
Desde la capital oaxaqueña en
el acto de conmemoración oficial se escuchó el airado discurso del presidente
municipal, Luis Ugartechea Begué, quien aprovechó el momento para subirse al
rin y pelear el round con dos banderas: la de “una ciudad sin bloqueos” y su
parcial política “contra el ambulantaje”, pretendiendo justificar el desalojo
más reciente, ahora de comerciantes establecidos que como acción de resistencia
ante el creciente número de vendedores ambulantes, sacaron su mercancía fuera
de sus negocios.
Así, frente al monumento a
Juárez en el Llano, el alcalde expresó con jiribilla: "Benito Juárez fue
el artífice y conductor de grandes victorias colectivas que lo hicieron
proclamar el triunfo del Derecho frente a la arbitrariedad; la dignidad de la
razón sobre la intolerancia y la primacía de los derechos y las libertades de
las mayorías sobre cualquier interés de grupo o facción”, y concluyó: “Benito
Juárez impulsó la reforma de las estructuras coloniales y sentó los cimientos
del nuevo Estado Mexicano, como la soberanía, independencia, el respeto a los
derechos de todas y todos, la inclusión social y la construcción de la paz”.
Argumentos que no tienen sentido cuando su actuación pública ha sido suscrita
en un ámbito procaz de simulación constante.
Por supuesto cada vez menos
citan dos frases celebres de Juárez que a final de cuentas serían las más
apropiadas, no para el discurso sino y sobre todo para ceñirse a sus
postulados: “Bajo el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden
disponer de las rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de
una voluntad caprichosa, sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar
fortunas, ni entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente
al trabajo, disponiéndose a vivir, en la honrada medianía que proporciona la
retribución que la ley les señala”. Y “Libre, y para mi sagrado, es el
derecho de pensar... La educación es fundamental para la felicidad social; es
el principio en el que descansan la libertad y el engrandecimiento de los
pueblos”.
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