Palabra de Antígona
Diputadas al Congreso
Por Sara Lovera
La LXII Legislatura que iniciará en septiembre próximo, contará con casi 37
por ciento de mujeres de seis distintos partidos políticos. En total 183,
según el análisis del Centro de Estudios para el Adelanto de las Mujeres y la
Equidad de Género de la Cámara de Diputados (CEAMEG), cifra que podría variar a
favor o en contra, tras procesos que están en disputa.
Esto es ocho puntos porcentuales más que en la actual legislatura. Ello,
dice el CEAMEG, sólo y nada más porque los partidos políticos fueron
sentenciados por el TRIFE a simplemente cumplir con la ley. Los partidos siguen
en actitud de resistencia para otorgar en tiempo y forma el 2 por ciento
de sus ingresos -prerrogativas de ley- para asegurar la capacitación de nuevas
líderes. Además de sus tradicionales mecanismos de control o su ignorancia
supina respecto a los derechos de las mujeres.
También los partidos, cuellos de botella para la participación política de
las mujeres, si los dirigen los hombres tradicionales, pondrán escollos para
avanzar en hacer efectivas leyes que hoy son solamente de papel y que podrían
ser aplicadas, mitigar el gravísimo problema de la violencia contra las mujeres
y hacer efectivos los derechos sexuales y reproductivos. Una demanda
central es legalizar el aborto.
Del PRI y Verde, si logran tener acuerdos en el Congreso, habrá 83 mujeres
que pueden no tener la misma visión, pero si alianza; de la izquierda 50
mujeres y de la derecha tradicional 36. Es decir un cúmulo de mujeres que
podrían hacer la diferencia. Se ha llegado a sólo 4 dígitos del 40 por ciento
de ley, pero al mismo tiempo esta vez se rebasó el ansiado 30 por ciento que ha
propuesto la ONU como mínimo para asegurar una masa crítica femenina en las
cuestiones de Estado.
Lo grave de este asunto es que muchas mujeres llegan a las cámaras sin
ningún interés por los derechos humanos de las mujeres. Con franjas de
desconocimiento elemental sobre éstos y con visiones distorsionadas de la
oportunidad de poder usar su curul y la tribuna para empujar y resolver
los problemas de la desigualdad. No se trata de que lleguen y ya. Esto es
un pendiente histórico.
Si la gran mayoría de las que serán diputadas pertenecen a institutos
políticos conservadores, como PRI/PVEM/PAN, no podemos estar muy contentas.
Todas las que vienen de esta ideología torcida serán 123, o sea, la perspectiva
es más bien negativa frente al tamaño del reto, aunque podríamos pensar que
muchas pueden actuar con autonomía.
La última encuesta de INEGI, sobre violencia indica que cerca de 18
millones de mexicanas sufren algún tipo de violencia en sus hogares, sin
considerar los millones de mujeres afectadas por la cadena de violencia
institucional, los apresamientos ilegales, las desapariciones, las asesinadas
(más de 2 mil al año) y por supuesto las que viven violencia por el sólo hecho
de ser pobres, indígenas o sin opciones por edad, etnia o condición social y
familiar.
LAS CIFRAS Y LOS RETOS
Las mujeres ganaron en elecciones de mayoría, votadas por quienes acudieron
a las urnas el 1 de julio, 91 y 92 llegarán por la vía de las listas
plurinominales.
En la mayoría, 45 por la colación PRI-Verde; 18 más por el PRI; del
Frente Progresista (PRD-PT-MC) 20 mujeres, y 8 del Partido Acción Nacional.
Las que llegaron por lista (92), la mayoría fue de Acción Nacional con 28;
luego el PRI con 23; PRD con 21; el Partido del Trabajo llevará cinco; el
Movimiento Ciudadano cuatro, y por la votación conseguida el Partido Nueva
Alianza, otras cinco, ninguna de ese partido ganó de mayoría.
Es decir, habrá una bancada femenina muy plural, que afrontará nuevos retos
especialmente lo que significa desafiar a sus entidades de la República para
armonizar las leyes de violencia e igualdad en códigos, constituciones,
reglamentos, ideas, muy desiguales y que con frecuencia significan atajos para
lograr poner en práctica lo que se acuerda desde el centro. Un gran problema.
Las fuerzas femeninas y los abogados del país, en entidades muy dispares,
no reconocen que la máxima ley para garantizar la igualdad y los derechos
humanos a las mujeres es la Constitución, avanzada años luz respecto de las
legislaciones locales.
El otro problema que las diputadas tendrán que enfrentar es cómo llegar a
una acuerdo para presidir las comisiones estratégicas. La de Feminicidio, la de
Equidad y Género, el partido que dirigirá el CEAMEG y otras comisiones tan
importantes como desarrollo social, salud, migración, población, seguridad y
presupuesto donde las mujeres con conciencia de mujeres podrían hacer la
diferencia.
Ello no significa desaprobar la importancia simbólica de esta bancada de
183 mujeres, tras muchos años en que las mujeres no llegaban a más del 20 por
ciento, las que se ganaron el nombre de juanitas por renunciar inmediatamente
para dejar el lugar a un varón –lo que no se podrá hacer hoy- y la sensación de
incomunicación sistemática, por la falta de interés en las cosas de la mitad de
la población.
Algunos grupos de mujeres ya festejan estos números. Los muchos años de
esfuerzos de las organizaciones no gubernamentales por promover la ciudadanía
femenina están dando frutos.
Lo contrario a esta sensación satisfactoria, es saber que lo que en el país
se juega en estos tiempos, es la gobernabilidad, la violencia y, por supuesto,
la democracia. Saber que el proceso presidencial es al menos ilegítimo, porque
precisamente en la venta y coerción del voto, las mujeres del pueblo fueron
fundamentales, su doble carga, su dependencia milenaria y su pobreza, no las
coloca como actoras para la democracia sino todo lo contrario. Este también es
un escollo que no se puede evadir. No festejar, sino asumir el tamaño del
problema del país, es lo que ahora toca. Veremos.
saralovera@yahoo.com.mx