A Reserva
Movimientos universitarios 68-132
Bárbara
GARCÍA CHÁVEZ
El reciente
movimiento estudiantil iniciado a partir de la visita del candidato del PRI,
Enrique Peña Nieto, a la Universidad Iberoamericana en el Distrito Federal nos
lleva irremediablemente al pasado; aquel memorable 1968, cuando las ideas se
hicieron profusas en todas las escuelas de la UNAM, el Politécnico, Chapingo e
incluso muchas de las escuelas privadas en el DF fueron puestas bajo control de
los comités de huelga, ampliándose naturalmente a vastos sectores populares del
país; fundamentalmente se hicieron
solidas alianzas con las clases trabajadoras.
Claro que
la guerra fría de entonces, implicó el sesgo socialista como motor ideológico
tanto en las tendencias como en las consignas. Sin embargo, este movimiento que deriva del
movimiento médico, de clase media, fue superado con rapidez por el
universitario que al clamor de “Únete Pueblo”, desmoronó cualquier resistencia
de las clases más oprimidas y consiguió amplia solidaridad social, ensanchando
el movimiento peligrosamente para el Estado.
El emblema
era un círculo con los colores rojo y negro –los colores universales de huelga-
en el que resaltaban una “L” y una “D”, iniciales de “libertades democráticas”;
es importante resaltar que entonces el concepto de libertad se refería al
liberalismo político, de ninguna manera al liberalismo económico.
Puntualizo,
se define al liberalismo político como la teoría y la práctica que pone límites
al poder del Estado (así sea en su recubrimiento más exterior como el de la
policía). Lo que se exigía en el 68
es que cesaran los abusos de poder del Estado mexicano que jamás permitió se cuestionar su esencia autoritaria,
antidemocrática. Ese movimiento no pedía derechos de participación en el poder ni
la democratización de los partidos existentes, ni siquiera que se respetara el
voto ciudadano. Las asambleas, se consideraban el principio de participación
pública, democrática y la adjudicación per se de la libertad. Actividad que
entonces se consideraba subversiva y que originó la reacción represiva del
gobierno.
Resulta
importante para efectos analógicos enumerar los puntos del pliego petitorio en
aquel movimiento estudiantil del 68: 1) Destitución de los mandos policiacos;
2) Extinción del cuerpo de granaderos como instrumento directo de la represión;
3) Derogación del delito de disolución social;
4) Libertad a los presos políticos; 5) Indemnización a las familias de
los muertos y a los heridos víctimas de la agresión a estudiantes desde el
anterior 26 de julio; 6) Deslinde de responsabilidades de los actos de
represión y vandalismo por parte de la policía, granaderos y ejército. Queda
claro que el objetivo era limitar al Estado en el abuso sistemático de poder y
la represión como medida política de control.
El sentido
de la declaratoria en relación a la derogación del delito de disolución social
y la libertad de presos políticos, se referían al encarcelamiento de Demetrio
Vallejo y Valentín Campa, líderes comunistas ferrocarrileros; pero había muchos
más presos políticos, como el pintor David Alfaro Siqueiros, el escritor José
Revueltas, don Filomeno Mata y decenas más, todos ellos activistas comunistas acusados del delito de
disolución social. Delito derogado del Código Penal en 1971 y, años después, se
fueron liberando a esos presos políticos pero las cárceles formales y
clandestinas fueron testigos de muchos mas apresados ese negro 2 de octubre y
otros tantos durante el periodo conocido como la guerra sucia en México.
En síntesis
el movimiento universitario del 68 fue determinado prácticamente en el
liberalismo político, recurriendo conceptualmente a su valor por excelencia:
“la libertad”; en cuanto al sentido democrático lo definió el asambleísmo que
reclamaba participación en igualdad de todas y todos, que tenía su máxima
expresión en el Consejo Nacional de Huelga, formado en la su mayoría por
militantes de organizaciones de izquierda.
Hoy en
México sin duda, hay más libertades de lo que pudieran sugerir algunas discusiones
políticas coyunturales. En cuanto al socialismo, que pragmáticamente ha arriado banderas, especulando en múltiples
calificativo de la “izquierda” a partir de la disociación conceptual
desdibujando el carácter formal del socialismo, fortaleciendo, dicen algunos,
las libertades democráticas.
Ahora mismo,
en México convergen otras aristas que implican deconstruir valores en el
armazón democrático; la participación ciudadana inflige nuevas pautas en la
relación estado–ciudadanía; la sociedad reclama nuevas instituciones y el
aparato político que correspondía al autoritarismo priista aún no se acaba, como
tampoco terminan de perfilarse nuevos mecanismos políticos que satisfagan la
efervescente conciencia democrática de algunos sectores sociales en su afán de
información no tendenciosa y la carencia de postura ideológica de las masas.
La
ciudadanización es en Latinoamérica una meta fundamental en la construcción de
la democracia moderna, que por un lado pretende meter las manos en las decisiones
públicas y por otro continuar como crítica independiente, que señala y
cuestiona el quehacer político del Estado.
En esta
búsqueda, en el marco de las elecciones presidenciales y
frente a las nuevas tecnologías virtuales, sin descartar situaciones concretas,
económicas y sociales, nace y se desarrolla un nuevo movimiento universitario,
“soy 132” que a simple vista pareciera
inoculado por activistas partidarios en pro de alguna candidatura, pudiera ser cualquiera
de los tres grandes partidos que tienen posibilidad de ganar la presidencia.
Todo indica
que “soy 132” se gesta en un contexto electoral, con rumbo electoral y con
intereses electorales y su destino ahora mismo se nutre con la suscripción de
la UNAM, quien rápidamente, con agallas y un talento natural, heredado o aprendido, se apodera de facto de
la organización, tomando el papel de hermano mayor condescendiente, dirige y
endereza los pasos tambaleantes de quienes muestran una clara indignación y no
tan claros objetivos.
En el
contexto omnipresente de la globalización, donde los delirios neoliberales
suplen la reflexión y la conciencia social, los índices de pobreza aumentaron
casi al nivel del desempleo, donde el porcentaje de jóvenes que NO asiste a las
universidades es mucho mayor al que encuentra oportunidades de estudiar, en fin,
que la mayoría de mujeres y hombres no tiene alternativa ni opciones que les
permita la mínima esperanza de alcanzar el bienestar al que tienen derecho.
En esta
realidad lacerante, aderezada de violencia institucional y muerte
indiscriminada, en una de las más prestigiadas y caras universidades privadas
se desata la indignación electoral frente a uno de los candidatos, claramente a
favor de otro de ellos; la legitimidad del movimiento ahí está, es válido
aunque su medula este obviamente insertada en el discurso del liberalismo económico,
ese que reviste su importancia en libre empresa y la competencia y en la
democratización de la información, que es referente inmediato de los monopolios
en los medios de comunicación.
El
movimiento soy 132 se amplió sumándose varias universidades de la ciudad de
México, en principio las privadas que concentran al estudiantado privilegiado
de la clase media, formalizando su carácter popular hasta que lo retoma la UNAM
y dicho movimiento es discutido, como antes, mediante asamblea general, concentrando a más de 50 centros de estudios
superiores.
Soy 132 por
fin se definió como independiente de cualquier partido político y se pronuncia contra cualquier intento de imposición
mediática de un candidato, así como de los cercos informativos, particularmente
de Televisa y TV Azteca.
Se
manifiesta también contra la manipulación informativa, orientada a restaurar el
“viejo sistema antidemocrático”, cuyo primer representante es Enrique Peña
Nieto. “No es odio ni intolerancia, sino hartazgo ante lo que éste representa”.
Hoy por hoy
el movimiento universitario 2012 puntualiza en primer lugar lo que llamaron
acciones electorales, sin duda reflejan su principal interés que coincide con
la primera reflexión: es un movimiento electoral antipeñanieto pero no
partidista; convocan al voto libre y razonado, ya sabemos que siempre que no
sea por Peña Nieto (no mencionan al PRI)…Complicado ¿no?
Después de
un proceso largo de discursos encendidos en las islas de CU, por fin se refirieron al gobierno de derecha,
exigieron juicio político a Calderón y el fin de la estrategia de guerra contra
el crimen organizado que ha dejado más de 50 mil muertos y el regreso de las
Fuerzas Armadas a sus cuarteles.
También acordaron
formar “juntas populares” para resolver el narcotráfico… ¿qué?
En temas de
seguridad, exigen el castigo por los feminicidio “en Ciudad Juárez y, principalmente,
en el Estado de México” (conexión política antipeñanieto)… Aberración jurídica:
tal vez en la asamblea no había estudiantes de derecho o feministas conscientes
que les aclararan que el feminicidio es un flagelo en el país entero, y que la
aplicación del derecho no tiene circunstancias de privilegio político.
En otras
áreas, plantearon una y mil exigencias sin una metodología clara pero
contundente en materia de democracia participativa y reivindicación de derechos
y espacios que no parecen despejar el rumbo ideológico de este nuevo
movimiento, que tal parece hasta ahora, arrebatado y solo declara lo que no es,
en uno de sus principales postulados: “Nos manifestamos como un movimiento
opuesto a políticas neoliberales”.
Ojalá que
pronto “Soy 132” tome su paso y defienda ideas en un marco de conocimiento
científico, respeto a las libertades y derechos ciudadanos, y se vuelva el
referente de una verdadera transición democrática.
Por lo
pronto, el 68 todavía le queda grande al 132, tal vez saliendo del caparazón
electoral nos de la sorpresa.