Cuernos para la democracia
Soledad JARQUÍN EDGAR
Si no es por amor es por fuerza, así que obligados a cumplir los dirigentes de los partidos políticos permitieron que le pusieran cuernos a la democracia y de nueva cuenta pasaron por encima no sólo de la historia del país sino de muchas mujeres que militan en los partidos políticos y que, diremos de paso, aceptan casi sin chistar.
La semana empezó con la advertencia del Instituto Federal Electoral para que cumplieran la llamada cuota de género a fin de que ninguno de los dos sexos rebasara el 60 por ciento de candidaturas. Contra todo y haciendo todo tipo de “berrinches” los señores volvieron a sus cuartos de guerra para “ajustar” las listas, aunque antes pretendieron justificar el incumplimiento, señalando que no había mujeres dispuestas a participar o que no había ningún interés de parte de ellas. Increíble, pero esas y otras fueron las sin-razones que argumentaron los partidos políticos a casi 60 años del derecho de las mexicanas a votar y ser votadas. En conclusión, pienso como usted, que ni ellos se la creyeron. Pero no tenían de otra, pues corrían el riesgo de ser anuladas sus participaciones en algunos distritos y eso representaba una derrota anticipada.
Por eso dicen las políticas feministas como Patricia Mercado que esto de la paridad no es por amor sino por fuerza. Sin duda, el cumplimiento de la cuota de género o la sanción representa un paso en la lucha de las mujeres. Así que con una llave de lucha libre muy al estilo de los técnicos (representados por la Ley y el IFE), los rudos tuvieron que modificar sus listas y bajar a otros.
A pesar de los cuernotes a la democracia, la jornada es histórica en la lucha –casi interminable- que las mexicanas han emprendido desde hace más de 188 años y que se concretó de forma universal cuando el 17 de octubre de 1953, finalmente, se reforma el artículo 34 constitucional que otorga plenos derechos políticos a las mexicanas. Así el 4 de julio de 1954, Aurora Jiménez Palacios fue electa como la primera diputada federal ocupando una curul en el viejo palacio legislativo.
Ahí cambió la historia, pero con el tiempo se tornó en una larga y sórdida lucha que busca el reconocimiento de la ciudadanía de las mujeres, por eso a principios de esta semana, sin vergüenza alguna, escuchamos argumentos como el que las mujeres no querían participar o que no encontraban mujeres con la “capacidad” para ocupar las candidaturas a cargos de elección popular. Sólo faltó que dijeran que en sus partidos no hay mujeres y que las que les hacen la talacha a los señores son EHNE (especie humana no especificada).
Y las vergüenzas de los sin vergüenzas, siguieron cuando tuvieron que modificar las listas para, por segunda ocasión, ponerle cuernos a la democracia que pretendía que la jornada electoral del 1 de julio próximo fuera lo más apegado a la igualdad que se pudiera. Pero no, ellos, los dirigentes de los partidos políticos y los miembros más prominentes de la realeza partidista mexicana encontraron otra forma para torcer la ley cuando al bajarse de las listas pusieron como condición dinero, concesiones para radiodifusoras o de plano que sus hijas, esposas, hermanas o novias (no faltó quien ofreciera a su madre) ocuparan las candidaturas ¿y las militantes?
A pasado de todo, remiendos y composturas: En Zacatecas, por ejemplo, se atribuyó a un “error involuntario de registro” el que apareciera Juan Jesús Trejo Palacios como candidato del Movimiento Progresista en lugar de Lucía del Pilar Miranda ¿ver para creer? En Acapulco, el PAN le ofreció a la perredista y hasta hace un mes diputada local por ese partido, Laura Caballero Rodríguez, una candidatura a diputada federal.
Y se confirma la regla de las familias en el poder o el poder de la familia. Un caso concreto en Guerrero también es la candidata al Senado por el PRI, Claudia Ruiz Massieu Salinas (no se requiere explicar de qué familias proviene).
Los mayores escándalos reportados por la prensa se registraron en el PRI. En Nuevo León, Bertha Alicia Garza Elizondo, esposa de un funcionario público fue designada candidata y la verdad no se sabe si la señora tenía alguna intención de incursionar en la política. Otros medios reportan que Bertha Alicia es suplente de Marcela Guerra Castillo.
En Yucatán, la sustitución de José Luis Blanco Pajón se cubrió con su esposa María del Carmen Ordaz y lo mismo sucedió con Esteban Valenzuela, en Sinaloa, quien para “cubrir” la cuota de género, se portó muy bien y le “cedió” (esa palabra ocupan en los diarios) su lugar a su querida esposa doña Victoria Vega.
En ese mismo estado se pactó otro acuerdo Fernando Puchea le dio su lugar a Irma Tirado Sandoval, quien en 1983 fuera “Señorita Sinaloa” y quien fungió como diputada local en 2008 y ocupara la presidencia de la Comisión de Equidad y Género.
Pero no sólo son buenas personas los esposos, también hay buenos hermanos, un ejemplo es el del veracruzano Ulises Ochoa Valdivia, quien además es hijo de un ex dirigente magisterial, en familia entonces se acordó que para no perder la plaza (una costumbre familiar) la candidatura sería tomada por la hermanita Zaira Ochoa. Otra buena hermana es la gobernadora Ivonne Ortega quien también movió sus influencias para que su hermana Guadalupe tuviera un lugar en este proceso electoral en busca de una diputación.
El PAN también hizo cambios, en Querétaro por ejemplo a Raúl Orihuela González le dijeron que tenía que dejar su lugar para llenar el requisito indispensable de la cuota de género, entonces Marcela Torres Peimbert es ahora la candidata al Senado y ella es nada más ni nada menos que la esposa del ex gobernador Francisco Garrido.
Otro good husband es el guanajuatense Alfredo Moreno Morán, quien le dio “amablemente” su lugar a su esposa Bertha Castillo Hernández, quien contenderá por el primer distrito en San Luis de la Paz en el estado “donde la vida no vale nada”, como dijera don José Alfredo Jiménez.
En el mismo tenor del buen esposo se coloca José Francisco Von Raesfeld Porras, quien era candidato al Senado en la segunda fórmula del estado de Quintana Roo, ahora irá su esposa Fátima Cabo Arrubarrena, su suplente será María del Carmen Pérez Meléndez, esposa de Eduardo Galavíz, por cierto secretario general del Ayuntamiento de Benito Juárez, mejor conocido como Cancún.
También en la región del Bajío, el PRI concretó otro cambio. En Guanajuato le dijeron con permiso a Jorge Armando Aguirre Torres y en su lugar fue ubicada Elizabeth Vargas Martín del Campo, prima de Alejandro Vargas Martín del Campo, empresario curtidor quien ahora también incursiona en la política.
Y por si faltaba, la hija de la presidenta del Tribunal Superior de Justicia de Quintana Roo, de nombre Lizbeth Loy Gamboa, buscará un espacio priista en la Cámara de Diputados y es uno de los cambios para “llenar la cuota de género”.
En Oaxaca bajaron a Oscar Valencia, que ya lo traían en la mira, para subir a la priista Carmen Ricárdez Vela, aunque Valencia seguía enviando comunicados este sábado para invitar al “arranque de su campaña”. Ricárdez Vela también ha estado en esto desde que siendo casi una adolescente salió de la Casa de Cuna donde estudiaba para trabajar con el entonces gobernador Heladio Ramírez López y ahí sigue, estamos hablando de varios años donde si no es de una forma es de otra pero siempre está. Irma Piñeyro Arias, es otra de las mujeres que aparecieron en la escena política en aquellos años, pero Piñeyro se fue del PRI cuando le negaron la posibilidad de ser Senadora siendo entonces funcionaria de Ulises Ruiz, ahora busca ese cargo de elección popular a través de su nuevo partido el PANAL. Otra inamovible es nada más ni nada menos que la oriunda de San Carlos Yautepec, Sofía Castro, que busca por el PRI el escaño en el Senado y a pesar de las investigaciones por supuestas malversaciones de recursos encontró en la política su modus vivendi.
Sólo tres ejemplos de por qué muchas mujeres con nuevos ímpetus, mejores proyectos políticos y sobre todo con otra visión (no tan patriarcal) simple y sencillamente no pasan, pues primero que nada están las institucionales y los partidos políticos sean del ala que sean siguen comportándose igual con las mujeres.
El otro análisis que se ha hecho desde hace varios años es dónde, en qué distritos, colocan a las mujeres “para cumplir con la cuota de género” y la conclusión es contundente, casi siempre están en donde no ganan. Así el PAN, habría colocado a 10 de 50 en posibles sitios donde pueden ganar, el resto no. El PRD también tiene ese mal hábito y el PRI no se cuece aparte.
Los movimientos de última hora se registraron en la mitad de las entidades del país y todavía se reportan errores en las listas hasta el punto de la exageración y la burla como sucede con la perredista Itzel Bravo Guadarrama, quien reporta la prensa, aparece cuatro veces como candidata y el caso de Blanca Eppen Canales, del PAN, quien no se queda atrás y fue registrada dos veces en Coahuila. Hay otros casos en otros partidos.
Lo que también se debe decir es que no se trata de satanizar a estas mujeres que se han prestado para no perder “la mina de oro de la familia” en que se han convertido los cargos de elección popular, porque hay que decirlo es una práctica mucho muy común entre las camarillas que casi se heredan los cargos de una generación a otra y que tendríamos que analizar más ampliamente: por ejemplo que me dicen de los ex gobernadores oaxaqueños Heladio Ramírez López y José Murat que en una y otra colocan a sus hijitos en esos cargos. Lo reprochable es que hayan pasado por encima de las mujeres que militan en los partidos, las invisibles para los dirigentes. Y bueno, como colofón de esta tragedia para la democracia nacional son los ejemplos de la familia Calderón que ha puesto en sitios seguros de las plurinominales a dos familiares y la de Elba Esther Gordillo que coloca, a través de su partido, a su hija, un yerno y un nieto, además de sus amigas e incondicionales.
El poder se usa para este y todos los casos. Sin duda, el consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés, ha puesto el dedo en el renglón desde Querétaro, al plantear que el nuevo congreso tendrá que discutir en serio una ley de partidos políticos con requisitos rígidos, no sólo para esta historia sin fin en que se ha convertido el asunto de las cuotas de género sino para que haya medidas que ayuden realmente para que las mujeres puedan ocupar esos espacios dentro de la política. Traducido, sería para la misoginia partidista hacerse el harakiri.
La misoginia tricolor amagó con impugnar ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación porque está visto no estaba de acuerdo con cumplir con la cuota de género. No sería nada raro. Ya ven como en el PRI siguen permitiendo y utilizando la frase sexista y bastante chocante cuando reciben a Peña Nieto y le gritan con euforia “Enrique Peña Nieto un bombón para el colchón”.
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