El pasado jueves 25 de agosto viaje vía aérea de la Cd. de México a Oaxaca, al llegar al filtro de seguridad de la puerta D de la terminal 1 del aeropuerto Benito Juárez, siendo las 17.20 hrs., el operador de la banda de rayos X me dijo que tenían nuevas reglas y que cada 10 personas tenían que hacer una revisión exhaustiva, es decir, tenían que abrir mi maleta, revisarla con detenimiento, pasar unas bandas detectoras de drogas, y a mi tenían que revisarme manualmente.
Le dije que podían revisar lo que quisieran de mis pertenencias pero que a mí no tenían porque tocarme, para eso tienen los aparatos de detección de metales y si buscan drogas tienen a los perros que las detectan. En ese momento mando llamar a una mujer llamada Rosa López, encargada de hacer la revisión, para enseñarme la clausula de un reglamento del aeropuerto referente a las medidas de seguridad, en donde NO decía explícitamente que podían catearme. Argumente que los derechos humanos no pueden estar por encima de un reglamento.
En ese momento llegó Omar Hernández, Oficial de Policía, con cerca de 15 personas más de la PGR y personal del aeropuerto para decirme que era por la seguridad de todos, y entonces le pregunte, ¿dónde está mi integridad como persona? Ustedes me están violentando, si quieren hacer la inspección fírmenme un papel donde diga que me están tocando en contra de mi voluntad. La respuesta fue autoritaria y prepotente: Nosotros no le vamos a firmar nada, no tenemos porque seguirla escuchando, si no se deja tocar no puede pasar.
Me sentí en total indefensión, quise hacer una llamada y no me dejaron, diciéndome que en esa área no podía usar el celular. El coraje, la impotencia, la humillación, el sentir que las leyes y los decretos internacionales, como son los derechos humanos, pueden ser pisoteados por las autoridades.
El trato fue humillante, me revisó Rosa López que abrió todas mis cosas, pasó unas bandas por mis objetos que puso en un aparato para ver si había drogas. Después me tocó de la cabeza a los pies de frente y vuelta, al terminar me pidieron mi identificación y mi pase de abordar, les dije que ya me había identificado con la línea aérea por la que viajaba y que presenté esos documentos al ingresar al área de los filtros. Acto seguido, volvieron a llamar a los policías diciendo que no me quería identificar. Me obligaron a presentar mis papeles nuevamente, apuntaron todos mis datos, como si me estuvieran fichandome. Cuando terminaron se rieron.
Al llegar a abordar el avión comenté lo sucedido con la gente de la línea aérea en la que viaja, me dijeron que no tenían porque haberme tocado, que era un abuso de poder, que hiciera una demanda ante derechos humanos y pusiera mi queja en el aeropuerto, lo cual estoy haciendo en este momento.
Aunque el gobierno federal diga que todo está bien, estamos viviendo en un Estado de Excepción donde está en peligro la libertad de los habitantes del país, cualquiera puede ser un chivo expiatorio. La ley de Seguridad como está planteada viola las garantías individuales. La lucha por lograr el decreto de los derechos humanos después de tanta barbarie se está viniendo abajo, estamos volviendo a la época del oscurantismo. Mientras nos quedemos callados y no protestemos antes los abusos de poder seguiremos a expensas de las decisiones de unos cuantos y estamos en riesgo de perder nuestra integridad como seres humanos.
¡¡¡NO TE CALLES, HAZ CONCIENCIA!!!
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LA RAZÓN PUEDE MÁS QUE LA FUERZA
TZINNIA CARRANZA LÓPEZ