Por Sara Lovera
El próximo domingo, cuando se abran las casillas electorales en el Estado de México, mujeres votantes, decididas a reaccionar ante la ignominia que significa vivir en la entidad de mayor peligro para sus vidas, podrán inclinar la balanza, con una decisión histórica que revertiría 82 años de gobiernos priistas.
Y es que de los más de 10 millones de electores, las mujeres con derecho y obligación de votar representan el 52 por ciento. Si todas salieran y votaran por el cambio en sus vidas, hoy acosadas por la violencia, el desempleo, la miserable vida en el campo y la antigua explotación industrial, de pastaje a las plantas trituradoras de salud y derechos, y levantan su voz y su voto jubiladas, migrantes, presas y víctimas de la impunidad, todas las encuestas se irían a la basura y otra fuera la realidad.
No sé porque me acuerdo de la desgracia que campea en los caminos de Chimalhuacán, donde muchas mujeres son arrojadas al canal del desagüe, como me contó con detalle un día doña Emerenciana López Martínez que lucha por estas mujeres hace al menos dos décadas y me duelen -no sé por qué-, las manos lastimadas y callosas de las obreras de Ecatepec.
No se trata de un cuento de horror o de hacer un muro de lamentaciones, sino de recordar cómo en el Estado de México, por decreto, cuando la Cámara de Diputados ubicó a la entidad como la segunda en mujeres asesinadas en los últimos 28 años, los del grupo de poder desestimaron ese diagnóstico y ocultaron la realidad, entonces el gobernador era Arturo Montiel, el tío de Peña Nieto y el Procurador estatal era Alfonso Navarrete Prida, que hoy se pasea de democrático.
Tengo que decir que en octubre de 2010, las autoridades del Estado de México se negaron a cumplir con la Ley que obliga a decretar una alerta de violencia de género, apoyada en las mujeres priistas y con la complacencia de encubridores y cómplices que en plena campaña electoral, en abril pasado, tipificaron el feminicidio con literatura y filosofía que deja al juez toda interpretación y busca disminuir la cifra del feminicidio.
Si las mujeres tomaran conciencia de cada uno de los oprobios que viven, entonces estaríamos en presencia de una fiesta democrática, porque con esa conciencia podrían indignarse ante las revelaciones de los cuantiosos recursos que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ha ejercido en su campaña, sólo de 500 millones de pesos en los últimos 45 días.
Eruviel Ávila, el alfil de Peña Nieto, ha podido poner su propaganda en el New York Times y pagar a quienes cuidarán las casillas el próximo domingo una cantidad calculada de 70 millones de pesos en un sólo día. Cifras que se publican y que nadie desmiente.
Es decir, la del domingo será una elección donde la maquinaria se echó a andar, se concretizó, creció y los antiguos del partido de Estado, ya hacen cálculos a su favor. Esperan, que es lo peor, un 60 por ciento de abstencionismo y propalan con inversión millonaria encuestas de corte publicitario, dando a Eruviel más de 30 puntos por encima del contrincante número dos, Alejandro Encinas, que sin embargo crece y podría acortar en pocos días esa distancia, incluso revertirla. Nadie tiene consigo la seguridad de lo que pasará el domingo.
Lo interesante de mi sueño, de ver a todas las mujeres votando por su dignidad y su integridad personal, masivamente, sin recato ni miedo es que podría ser realizado antes que tarde y convertirse en un vértice del porvenir.
La estrategia de los poderosos, grupos de poder, control de facto, han tejido una telaraña confusa, insultante, calculada por el déficit ciudadano que no se inmuta ni ante la violencia ni ante el chantaje, la amenaza y la desfachatez con que se usa a la pobreza económica o cultural para conseguir lo que desean; ese silencio atroz ante los asesinatos, como el domingo pasado, cuando fueron ejecutadas tres mujeres, entre los ejecutados de la guerra de Calderón.
Se trata, me diría una amiga, de esa conspiración contra lo humano, el déficit del Sistema Educativo Nacional, el déficit que obstaculiza el conocimiento y la capacidad de tener una escuela que abre puertas a la ciudadanía y podría ser piedra de toque para la democracia.
No sé porque ahora me acuerdo de Vicente Fox, cuando hablaba de las mujeres y hombres que no aprendan a leer y a escribir, felicitando a la gente que no sabe racionalizar y que ahora anuncia -como el diablo- que no hay remedio, que ganará el candidato del grupo Atlacomulco.
Y es que este déficit del saber nubla el entendimiento, la realidad.
Pero en el Estado de México hay más. Saber que ahí vive el 13 por ciento de los votantes del país, que se trata de la entidad de mayor número de votantes y la más laberíntica y problemática. No es una entidad de mayoría indígena, pero las mazahuas dieron esplendor a la industria electrónica de pastaje; no es una entidad paralizada, sino la de mayor Producto Interno Bruto, poblada de hombres y mujeres de la clase trabajadora; no es una entidad de inertes, sino de clase medieros que poblaron cerros y amplias zonas de Naucalpan, poblada de muchos productores y productoras del campo, de migrantes y laboriosas familias emprendedoras.
Es como un galimatías, pienso en Chalco y sus quesos, en la zona industrial de Tlanepantla, en Otumba, donde se erigió una escuela para formar trabajadoras domésticas; de esa historia de Quién Resulta Responsable cuando el profesor Carlos Hank dejó crecer a los magnates de la construcción y se erigieron miles de ciudades dormitorio y tengo que pensar en cómo se pobló Ciudad Netzahualcóyotl, pulmón de brazos para la albañilería, la fontanería, donde vive la mano de obra de la antigua central de abastos que era la Merced.
Lo que las elecciones del próximo domingo nos dejarán, sin duda, es este buen sabor de boca en que los principales de izquierda hacen un serio intento de unidad y se avizora la recuperación de votos en zonas amarillas o azules que fueron nublándose por esta enorme maquinaria del dinero.
Lo que más me duele es que algunas inteligencias se han dejado arrastrar por la campaña mediática que ha colocado al saliente Enrique Peña Nieto como la única posibilidad para el 2012, sostenida por decenas de testaferros que no conocen cómo se cayó la candidatura de Fernando Casas Alemán o cómo fue que se consiguió, a pesar de todo, instalar gobierno de coalición, un día en Chiapas y otro día en Oaxaca y alguna hermosa jornada hace ya 14 años en el Distrito Federal.
Convertido por los "líderes de opinión" en el laboratorio electoral de 2012, el Estado de México, es el receptáculo más evidente de la desigualdad en todos aspectos y de la desigualdad entre hombres y mujeres más profunda.
Ahí en el Estado de México, la entidad de mayor población del país, más de 15 millones de habitantes, se ha podido sustanciar que hubo 700 asesinatos de mujeres en apenas 24 meses (hasta enero de 2011) y en el que se habla en estas fechas, para ganar todos los votos, de adopción de parejas de homosexuales o de una verdadera política que acabe con la violencia de género, palabras. En el gobierno de Peña Nieto, desapareció un instituto de las mujeres, para convertirlo en un consejo que incluye a lo que llaman "población vulnerable", para no reconocer a más de la mitad de la población.
Me duele que haya mujeres embarcadas por lo mediático, esperando ya una diputación o una colocación para el 2012, y que propalan las ventajas del gobierno saliente, padrino de Eruviel, sin recato ni compostura. En fin. Lo único deseable es que el próximo domingo la gente que está harta y desencantada de los políticos de siempre, salga a votar y tome en sus manos otro destino y rechace el chantaje y la altanería de los señores del poder y del narco.
saralovera@yahoo.com.mx