Soledad JARQUIN EDGAR
El hecho de que en lo que va del año 2011, un total de 31 mujeres hayan sido asesinadas y otras cinco hayan pasado por lo mismo en diciembre de 2010, nos habla de que en los primeros meses de la administración gubernamental de Gabino Cué Monteagudo las víctimas del feminicidio sumen 36 mujeres, 11 de esos asesinatos ocurrieron sólo en el último mes.
En el primer año de gobierno del exgobernador Ulises Ruiz, entre diciembre de 2004 y noviembre de 2005, las mujeres asesinadas fueron en total 38 –según los reportes de los diarios locales-, esto evidencia que en muy poco tiempo el gobierno actual estaría por rebasar la cifra reportada en aquellos primeros meses del gobierno de Ruiz, un sexenio para olvidar en todos los sentidos. De ahí la preocupación.
Frente a la gravedad del problema, al menos para las organizaciones de mujeres, esta semana se buscaron respuestas del gobierno de Cué, quien atendió la audiencia en Palacio de Gobierno y mientras escuchaba fumaba y fumaba. No hubo las respuestas esperadas, pero el más sorprendido fue el propio gobernador, quien confiaba y esperaba escuchar que todos los asesinos estaban en la cárcel. ¿Acaso no soy yo el gobernador del cambio? Parecía decirse a sí mismo, confiado y fumando.
Cué se molestó porque las ciudadanas organizadas le advirtieron que sí no atendía el problema, sí no hacía algo real, su gobierno prospectivamente podría superar las lamentables cifras de mujeres asesinadas que dejaron en Oaxaca los gobiernos priistas, los mismos con los que tanto le emberrincha que lo comparen.
Sin duda, lo que más le molestó a Gabino Cué no fue la advertencia de las organizaciones. En el fondo, la molestia, el que su rostro se enrojeciera, fumara y fumara, fue darse cuenta que sólo cinco y no 36 de los asesinos estaban en la cárcel. Peor aún, las leyes siguen en el mismo tenor, el feminicidio como delito no existe en Oaxaca, porque hasta ahora no ha habido nadie que presente la iniciativa, eso sí ha tenido un uso mediático para al menos tres legisladores que han hecho los anuncios respectivos, pero sólo eso, el juego del lobo. Lo más que la administración gabinista ha planteado es una agenda, que debe estar guardada en el cajón de la Comisión de Equidad y Género que encabeza la panista Ivonne Gallegos Carreño y que le entregó la directora del Instituto de la Mujer Oaxaqueña, Anabel López.
Gabino Cué salió molesto de la reunión y señaló su desacuerdo con la comparación de la que fue objeto, bueno eso dijo, pero en el fondo su molestia evidente fue porque su gente no tiene resultados, incluso en alguna parte del extenso diálogo con las mujeres organizadas, planteó que si sus colaboradores y colaboradoras no estaban a la altura de las circunstancias tendría que hacer algunos relevos. No era para menos, ya que estamos hablando de la vida 36 mujeres que tenían sueños, proyectos, anhelos, mujeres de todas las edades asesinadas con saña inaudita, inadmisible, como el colgar de un tendedero a una niña de 10 años después de violarla y asesinarla, dispararle en la vagina a otra o enterrar vivas a dos más.
Una y otra vez, hemos escuchado en los últimos meses que lo que urge es armonizar las leyes y sobre el tema, decía antes, hay tres declaraciones por parte de diputados, curioso todos varones; sin embargo, habría que decir que desde 2007 existen propuestas de armonización, detrás de este trabajo estuvo el Instituto de la Mujer Oaxaqueña y su ex titular Norma Reyes Terán. La ex funcionaria dice, no sólo estamos frente a la negativa de los diputados varones, o de una buena mayoría de ellos, porque no les interesa imprimir castigos ejemplares a los violentadores, sino porque no les deja dinero.
A todo esto habría que agregar que sobre esa iniciativa, está la pesada losa del pasado reciente y nadie quiere saber nada, nadie quiere acercarse ni un centímetro a ese pasado o a lo que representa. Entonces no sólo buscan descubrir el hilo negro y el agua tibia que los lleve por los ríos caudalosos de la gloria del cambio. El problema es que las aguas navegables se extinguen a cada momento. Así que seguirá ocurriendo: hombres que pagan una sanción económica y vuelven a su casa para de nueva cuenta golpear a sus parejas o incluso asesinarlas, como ocurrió en Juchitán justamente hace un mes. Ella, una de las 36 víctimas, ya había denunciado en tres ocasiones a “su pareja” por eso que llaman violencia familiar. Al final, la permisibilidad permitió su asesinato. Funcionarios insensibles, leyes blandas, castigos irrisorios, investigaciones mal elaboradas y un sin fin de etcéteras que favorecen la existencia de la violencia machista.
El resultado es lo que vemos ahora, repito 36 mujeres asesinadas y cinco asesinos en la cárcel, 13.8 por ciento, apenas nada. Un síntoma de este fenómeno lamentable de la violencia contra las mujeres –como se dijo en la reunión con Gabino Cué- es la permisibilidad, la lacerante impunidad, que provoca la victimización extendida que alcanza a las familias de las 36 mujeres asesinadas y, peor aún, a todas las mujeres que se convierten en blanco perfecto de un juego macabro.
Pero eso no es todo. Oaxaca es nota nacional e internacional por la violencia machista que sigue impidiendo que las mujeres puedan a vivir libres de violencia, como reza el título de la flamante ley desdentada que existe ahora, porque en algunos municipios las mujeres no las dejan gobernar, como sucede en San Juan Lalana y en la Pe Ejutla, o en las agencias de Emiliano Zapata y El Paraíso de San Juan Cotzocón, mismo caso en Zaachila, donde una mujer no puede acceder a su cargo como regidora, simple y sencillamente, repito, porque a algunos hombres no se les da la gana y porque no están dispuestos a ser gobernados “por las pinches viejas”, como reza la expresión misógina que hemos escuchado en repetidas ocasiones en los meses recientes.
Eso ocurre por la cerrazón que impone el machismo y la misoginia que todavía prevalece en las poblaciones rurales, indígenas y hasta urbanas, y me atrevo a decir que sobre todo es resultado de la ignorancia que sigue imposibilitando ver y aceptar que las mujeres como los hombres tienen los mismos derechos.
Pero lo que resulta inadmisible es que en todos estos casos, está de nuevo presente la permisibilidad, la impunidad, que propicia un mal entendimiento de los usos y costumbres, que se aplican –está bien claro- de manera arbitraria y hasta convenenciera, trastocando la vida comunitaria. Solapada, sin duda alguna, por la inoperancia del Instituto Estatal Electoral, de funcionarios del gobierno estatal agazapados de las ubres de la Secretaría General de Gobierno y, peor aún, con la injerencia de partidos políticos o diputados en sistemas electorales de usos y costumbres. Un agregado son los grupos caciquiles que todavía perviven en Oaxaca y que ven en las administraciones municipales dirigidas por mujeres la pérdida de su poder de mando, porque ellas no siempre están al servicio de sus caprichos y decisiones.
La violencia en la vida de las mujeres de Oaxaca será una constante, en tanto, los gobiernos de todos los niveles y representaciones siguen durmiendo el sueño de los justos, ocupados en sus disputas de poder, en cómo hacer para que no se les queme (más de la cuenta) el mole oaxaqueño de un gobierno de derecha-izquierda y donde la oposición se desdibuja por sus propios problemas, ocupada también en el año electoral que se avecina. Ya lo había dicho antes y lo reitero, cada mujer asesinada es responsabilidad de todos los que nos gobiernan, de los encargados de los gobiernos municipales y de la seguridad pública, de quienes hacen las leyes, de quienes toman las decisiones y hacen valer las disposiciones legales y aplicar la justicia. Las leyes son laxas, como dijo Gabino, y yo añadiría que leyes laxas pero se pueden cambiar para no sufrir por gobiernos laxos.
Los servidores públicos, incluyendo a Gabino Cué, deben apurarse en sus tareas, aplicarse en el deber de servir que para eso se les paga o la opinión pública seguirá siendo contraria, habrá más críticas, más cuestionamientos, más exigencias y más advertencias sobre el alcance que pueden tener sus desatenciones, como en el caso de los asesinatos de mujeres, aunque no les guste y les enoje, les ponga la cara roja y fumen y fumen.
Sin duda, tiempos descompuestos para las mujeres y a pesar de todo, ahí están, no cejan en el intento de que este mundo algún día la discriminación y la impunidad desaparezcan, por eso organizadas en colectivos, en asociaciones o de manera individual se manifiestan y exigen.
En cambio otras frente a la parálisis gubernamental (no la de ahora, sino la de siempre) emprenden iniciativas brillantes como el Fondo de Becas Guadalupe Musalem, que está semana entregó 10 nuevas becas para que jóvenes de escasos recursos puedan terminar sus estudios de preparatoria. La cifra crece, ya son más de 80 las adolescentes y jóvenes beneficiadas, más de 80 historias que se cuentan de manera distinta, historias que generalmente se convierten en éxito.
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