Por Bárbara García Chávez
El tema de la participación ciudadana en los ámbitos de la vida pública se encuentra presente en las agendas políticas de todos los países desde los años ochenta, como elemento fundamental para lograr una eficiente política social y preservar de esta manera la gobernabilidad y la paz.
Esta preocupación surge en razón de que los gobiernos han comprendido que no es posible acceder al desarrollo y crecimiento de las sociedades sin la participación de la ciudadanía. Por otra parte, uno de los motivos por los que la sociedad civil se organiza ha sido precisamente para demandar espacios de participación en los asuntos públicos.
Sin embargo, el asunto no es tan sencillo como parece, pues cada una de las partes visualiza de manera diferente los mecanismos de intervención de la sociedad en el quehacer público, por supuesto de acuerdo a sus intereses, y en todo caso a criterios de grupo que no siempre resultan de interés general o adecuados a las líneas programáticas que pretende el gobierno en turno.
Es así que en nuestro país las instancias gubernamentales han considerado que la participación ciudadana es un requisito para justificar presupuestos y la aplicación de políticas públicas, así convoca a los grupos civiles para abordar temáticas diversas en foros, cuyas conclusiones en realidad no tienen la mayor importancia porque no son tomadas en cuenta a la hora de las decisiones, si éstas no resultan convenientes a los criterios –si los hay- de quien va en los hechos a responder a intereses y compromisos concretos que de antemano adquirieron.
Es decir, se juega a la democracia abriendo espacios para que la ciudadanía opine, proponga o simplemente exponga su molestia respecto a determinados asuntos, abriendo expectativas sin conducción que más temprano que tarde provocará malestar y conflicto en los muy diversos grupos ciudadanos con ideas e intereses distintos y a menudo contrapuestos.
La convocatoria del nuevo gobierno para la realización de foros ciudadanos ha generado amplias perspectivas entre la población oaxaqueña, que espera con verdadera esperanza un cambio positivo en la relación gobierno-sociedad, que se traduzca en un gobierno democrático, plural e incluyente.
Sin olvidar la participación de las fuerzas políticas que ahora asumimos están en la planeación y elaboración estratégica de la agenda política del próximo gobierno
-PRD, PC, PT, y PAN-, las mesas de dichos foros han contado con la presencia de personajes que se han asumido de izquierda, hecho que sin duda alguna también ha contribuido a direccionar la percepción ciudadana, sin embargo, ¿hasta qué punto se estarán utilizando sus nombres para aparentar que la izquierda tiene un espacio importante dentro del nuevo gobierno? Cuando en realidad el proyecto que se aplicará en el próximo sexenio tiene abiertamente una visión diferente e incluso opuesta elaborada convenientemente desde el Partido Acción Nacional.
No obstante que cada mesa tiene sus coordinadores, hay un equipo de “especialistas”, quienes decidirán si las propuestas ciudadanas son viables o se desechan- y, en su caso, cuál será el mecanismo de implementación. Algo que llama mi atención es que estos expertos no han sido presentados ante la ciudadanía para tener la posibilidad de evaluar cuál será el resultado de dichos foros, en base al perfil político y social de cada uno de ellos y ellas.
Lo que nos hace suponer que la inclinación de este equipo es predominantemente de derecha, es la identificación manifiesta que existe entre el gobernador electo y el partido azul, un claro ejemplo es el caso de la plenaria nacional de ese partido, en la que Gabino Cué se reunió con sus legisladores federales y les pidió apoyo y solidaridad para que en el proyecto de Presupuesto de Egresos 2011 nuestra entidad tenga recursos suficientes para iniciar los trabajos del nuevo gobierno, aprovechando la ocasión para reconocer “la enorme generosidad de Acción Nacional” para postularlo como su candidato y también la solidaridad del presidente Calderón.
Lo anterior, no tendría nada de particular si no fuera por el hecho de que no reconoce de la misma manera la participación de los otros tres partidos que también lo hicieron su candidato y que poco o mucho también contribuyeron a su triunfo el pasado 4 de julio. Quizá lo hicieron su candidato pero de manera mezquina.
A reserva de que en esta ocasión se asuma de manera responsable y respetuosa la participación ciudadana en la vida pública del estado y de que se tenga el firme propósito de cumplir con las expectativas de las y los oaxaqueños otorgando a la sociedad no sólo foros de propuesta sino también un espacio en las mesas en donde se tomarán las decisiones de gobierno, garantizando con ello el ejercicio pleno de los derechos ciudadanos en la vida democrática de nuestra entidad, lo cual pasa necesariamente por el respeto y la tolerancia a las distintas formas de pensar, estaremos nuevamente frente a una decepción más, como aquella que se vivió en el 2000 con el llamado gobierno del cambio que se convirtió en morralla.