martes, 6 de diciembre de 2011

¿Feminista yo? El feminismo trasciende nuestras vidas



  • La escuela le abrió la conciencia, la realidad la insubordinó

Soledad JARQUÍN EDGAR

Llegó a pensar que para ser feminista tenía que ser como Alejandra Kollontai o como Simone de Beauvoir, pero se descubrió feminista cuando tomó decisiones precisas para su futuro personal y profesional.

Concepción Núñez Miranda pertenece a esa generación de mujeres tocadas por las grandes ideologías, las que revolucionaron los contextos sociales, políticos y económicos del mundo, porque creyó y sigue creyendo que las cosas tienen que cambiar para mejorar.

Privilegiada estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en la carrera de Sociología, tuvo como maestras de género a Alide Foppa y a Teresita de Barbieri; en Oaxaca se encontró con otra maestra: Margarita Dalton, a la que sigue escuchando y con la que intercambia opiniones en el Seminario Mujer y Poder que se imparte en el CIESAS.

Sentada en su sillón en su “rincón feminista”, como podría llamarse a su estudio de plantas que abundan en sus macetas, pinturas de mujeres istmeñas, fotografías entre ellas doña Elodia, su madre, abrazada cariñosamente por Fina Sanz, y libros escogidos sobre un mismo tema: las mujeres.

Concepción Núñez Miranda se ríe a carcajadas cuando le pregunto ¿cuándo se descubrió feminista?

De inmediato se remite a las aulas de la UMAN donde se “le abrió la conciencia”, en un largo proceso de aprendizaje en el seminario donde escuchaba y admiraba a Alaide Foppa, entonces exiliada en México, quien además era madre de su compañero de clases Juan Pablo Solórzano Foppa, “después se iría a la guerrilla guatemalteca donde fue asesinado y ella fue a buscar su cuerpo para tampoco volver…”.

Para llenar ese vacío, Conchita Núñez busca los escritos que Alaide Foppa dejó en la revista feminista Fem, para seguir su aprendizaje sobre la perspectiva de género, la lucha por los derechos de las mujeres, descubre a las rusas (Cinco Mujeres contra el Zar) y a su otra maestra Teresita de Barbieri.

A través de esas lecturas y de muchas otras, incluyendo Fempress que también se convirtió en otra lectura de cabecera, ve su vida personal, de pareja y descubre que no estaba en concordancia con lo que ya había aprendido.

Tampoco coincidía con la opinión familiar: “mi madre decía que debía ser como Santa Rita de Casia, ver, oír y callar para no meterse en problemas”, su suegra le decía que las cosas pasaban porque descuidaba a su marido, le pedían que aguantara porque “al final, ellos regresan por los hijos”.

Un día se planteó “con valentía que no supe de dónde salió” que la historia de amor incondicional había terminado y que la realidad ya no era común.

Conchita Núñez había planeado hacer su tesis sobre los mineros oaxaqueños, pero su proceso de transformación personal también marcó su espacio profesional. La investigación de los mineros terminó en una crónica que se publicó en una revista de la Universidad de Puebla. En ella había despertado la necesidad de analizar lo que estaba viendo con las maestras oaxaqueñas y el movimiento magisterial, años después Conchita Núñez considera que ese trabajo fue un punto fundamental en su vida.

En esta investigación se planteaba ¿cómo era posible que los maestros salieran a luchar por la democracia, una democracia que no abarcaba a sus compañeras de vida y de trabajo, las maestras?

Les preguntó si a ellas no les gustaría ser dirigentes sindicales. Las maestras respondían que sí, pero no podían por su vida cotidiana, en ese momento Conchita Núñez “se metió” a la vida de las maestras, muchas de ella eran estudiantes de la Universidad Pedagógica Nacional donde trabajaba.

¿Qué significaba esa circunstancia cotidiana? se preguntó la hoy doctora en Sociología, quien plasma las respuestas en su tesis: Maestras oaxaqueñas, movimiento magisterial, vida cotidiana y democracia, y descubre que la “democracia real no se ve reflejada ni en el aula, ni en la calle, ni en sus casas, ni en al cama, en ningún lado”.

A diferencia de los hombres, las mujeres del magisterio debían realizar múltiples tareas todos los días, atender sus “deberes” domésticos que combinaban con el que desarrollaban en las aulas y la protesta social. Muchas otras estudiaban e interrumpían sus estudios para “cumplir” con sus parejas y luego volver a sus lecturas en plena madrugada…

Núñez Miranda refiere que como si fuera una condición y responsabilidad sólo de ellas, participar en los plantones y marchas representaba resolver dónde y con quién dejar a sus hijos e hijas, obtener dinero para la quincena porque antes cuando había un paro suspendían el pago inmediatamente…

Una realidad que reduce a las mujeres al espacio doméstico, mientras los varones se apropian de los espacios públicos, los del poder y que Concepción Núñez muestra con las historias de vida de las maestras que existe una diferencia fundamental entre la vida cotidiana, el espacio público y lo que se predica en el movimiento social, diferencia que afecta a las mujeres en todos los sentidos.

Sin pretensión optimista sostiene que “algunas cosas han cambiado, pero para comprobar qué tanto han cambiado me gustaría volver a hacer ese trabajo”, sostiene mientras reivindica la vigencia de su tesis de licenciatura.

En este trabajo analiza el costo personal que tiene para las mujeres ser una integrante del sindicato magisterial “y lo que implica ser coherente, consecuente como persona pensante, que da su fuerza de trabajo, sus conocimientos, sus potencialidades, todo lo que no se toma en cuenta y que las margina”.

El feminismo trasciende a las personas

Más tarde, Conchita Núñez sería la primera mujer directora de una Universidad Pedagógica en este país, por lo que otra gran feminista mexicana, Graciela Hierro le otorgó un premio hace algunos años, revela con modestia.

-Le pregunto cómo definiría el aprendizaje del feminismo en su vida personal y profesional

“Yo lo defino como una cuestión cualitativa, es decir, como un cambio radical muy importante en mi vida, pienso que no hubiera podido quedarme al margen de este aprendizaje, debía hacer algo o disimular, tal vez hacerle caso a mi mamá, a mi abuela o a mi suegra. Pero tenía que ser congruente con lo aprendido, porque el feminismo es un aprendizaje que trasciende a las personas”.

Un factor determinante, añade, fue el fortalecimiento de la idea de justicia, de no tolerar ningún tipo de maltrato y vivir como si nada pasara, muchas mujeres hacen eso, pero a la larga el costo personal que hay que pagar es muy alto.

Como las maestras en su tiempo, ella hizo un alto en un momento de su vida porque no quería seguir el juego de la subordinación y se asume personalmente como feminista… en silencio, sin decírselo a nadie, porque en aquellos años –que no son muchos- “hacerse feminista significaba ser estigmatizada porque la gente decía que era estar contra los hombres”, incluso cuando se separa de su pareja y adquiere el poder de tomar sus propias decisiones ,se enfrentó al rechazo de los esposos de sus amigas, que no querían que la frecuentaran.

Estima que ese concepto empieza a cambiar, “incluso con las mujeres indígenas y las intelectuales, porque efectivamente no se está contra los hombres, contra lo que hay que estar es contra el sistema, eso lo decía el marxismo, el leninismo, nuestra lucha es contra el sistema”.

Conchita Núñez Miranda cuenta llena de entusiasmo que asistió al IV Encuentro Feminista Latinoamericano que se realizó en Taxco, Guerrero, y al Encuentro de Mujeres Latinoamericanas en contra de la Intervención celebrado en la Habana, Cuba. Ahí, no sólo se identificó con el movimiento, sino que tuvo el gusto de saludar personalmente “al comandante” Fidel Castro durante una cena en el Palacio de la Revolución.

Sobre estos encuentros y otros aprendizajes teóricos, sostiene que son etapas de un proceso que la llevan a ser diferente y comprende con mayor claridad que “el mundo tiene que cambiar y que la realidad tiene que transformarse” y piensa que el marxismo “sigue siendo una ciencia que me explica un modelo económico-social que es el capitalismo, entonces para mi no ha muerto el marxismo y lo retomo cada vez que necesito hacerlo”.

Conchita Núñez no sólo era asidua lectora de Fem, sino que le publicaron algunos artículos, dice orgullosa mientras repasa de nueva cuenta las muchas veces que leyó en Fem a Alide Foppa, su entrañable maestra.

Siguió estudiando e investigando, su tesis de maestría se convirtió en el libro Aves sin Nido y el trabajo para obtener el doctoreado, Deshilando condenas, bordando libertades será presentado en poco tiempo.

En el primero relata las historias de vida de las madres de hijos e hijas en situación de calle, la dramática condición de muchas mujeres que viven violencia, pobreza y marginación social en los cinturones de miseria de la capital oaxaqueña, que como resultado arroja a las niñas y niños a la calle; en el segundo, las mujeres indígenas presas por delitos contra la salud cuentan sus historias, un trabajo que la llevó a establecer con las protagonistas una relación de afecto y respeto.

Para la investigadora es muy importante “el poder transformar” y es entonces cuando los libros que escribe adquieren otro carácter. “Aves sin Nido se agotó pero ¿qué se transformó?”, pregunta y de alguna forma compara que a través de los videos Deshilando condenas, bordando libertades, el resultado fue otro, pues la investigación se mostró durante dos años a todo el aparato de justicia del país, “era como decirles miren lo que están haciendo con estas mujeres y con la administración de la justicia”, encontró oposición de algunas personas, pero otras estaban de acuerdo en que la justicia muchas veces se rompía por la parte más delgada: las mujeres indígenas.

Esta investigación debió publicarse desde hace varios años, sin embargo, no ha sido así, entre otras cosas, porque la académica oaxaqueña cuestionó al gobierno federal y se adelantó a lo que hoy vive este país en esa “guerra” contra el crimen organizado.

Recientemente presentó el libro Palabras que Alumbran y escribió la historia de Abigail Mendoza en Dishdaa´w, “La palabra se entreteje en la comida infinita” pero aún están pendientes otras publicaciones como el diagnóstico sobre las trabajadoras sexuales de la ciudad de Oaxaca.

El futuro del feminismo

La maestra Conchita Núñez apunta que en Oaxaca hay feministas y el feminismo tiene futuro. Hay mujeres que están cercanas al feminismo y otras que no se reconocen como feministas pero que sí lo son, “son procesos históricos a través de los cuales las mujeres se van dando cuenta de su subordinación y de que es necesaria su emancipación y creo que en Oaxaca ha ocurrido a través de los propios movimiento sociales, de las muchas organizaciones que hay…”

Sin embargo, reconoce que hoy existen organizaciones que se dicen feministas porque hay dinero de por medio, “lo cual puede ser un arma de doble filo” para este movimientos social. En ese sentido, considera fundamental conocer la historia del feminismo para “darnos cuenta de la importancia que tiene como un proceso revolucionario, porque el feminismo revoluciona muchas cosas, independientemente de que te reconozcas o no como feminista”.

Se trata, en suma, de darse cuenta de la desigualdad que existe entre varones y mujeres a todos los niveles de la vida cotidiana, en lo público y en lo privado, “si te das cuenta de ello y trabajas por reducir esa desigualdad estás tomando una postura feminista, porque es una teoría, una corriente política e ideológica, te asumes como tal”.

“A pesar de todo, todavía existe el otro pensamiento que lleva a las mujeres a aguantarse, a depender de otros, a vivir subordinadas o en la simulación de que todo está bien, del no pasa nada; incluso hay quienes no quieren hablar y otros que cuando hablas de un lenguaje incluyente aún se burlan, pero veo avances en algunos grupos de las nuevas generaciones, un cambio personal que se extiende al ámbito social”.

Conchita Núñez tiene muchas historias que aún no escribe y que le encantaría hacer, dice esta investigadora que ha sido reconocida con premios como el José Ruvirosa, otorgado por la UNAM a través del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, una mención honorífica por su tesis de doctorado que le concedió el Instituto Nacional de las Mujeres y el de Ciudadana Distinguida por el gobierno de la capital oaxaqueña, entre otros muchos.

Las historias que analiza Conchita Núñez nos dejan entrar en la vida de las otras personas y, a través de ellas, diseccionar la vida de todas las mujeres, las que viven el sistema tradicional y las que se han transformado para tomar su lugar y su ciudadanía, como lo hizo la propia entrevistada.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Mujeres y política. Omisión y opacidad gubernamental


Soledad JARQUIN EDGAR

María Elena, Marlyn, María de los Ángeles, Teresa, Felícitas, Virginia y Daniela son apenas algunos de los cientos de casos de mujeres cuyas vidas han sido “tocadas” por la violencia por el hecho de ser mujeres. En todos estos casos prevalece un factor: la falta de justicia, porque cuando la justicia no es completa no es justicia.

María Elena López Bretón interpuso una queja ante la Comisión para la Defesa de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) por “hostigamiento y discriminación laboral”, acciones que derivaron en que su embarazo, diagnosticado en el IMSS como de alto riesgo, terminara en el lamentable aborto de un embrión de 10 semanas de gestación.

El hostigador laboral, Jesuswaldo Martínez Soria, Coordinador de Evaluación del Desempeño, en la Jefatura de la Oficina de la Gubernatura no sólo no respetaba los horarios de trabajo de María Elena López Bretón, sino que le negaba y se molestaba porque tenía que acudir cada 15 días a consulta por recomendación de su médico familiar del IMSS. En alguna ocasión, el funcionario señaló: “como las mujeres no piensan que cuando se embarazan, dejan de lado las responsabilidades del trabajo y uno tiene que aguantarlas…”.

La contadora pública María Elena López Bretón tiene 35 años de edad, desde hace 11 labora en el Gobierno Estatal donde ha ocupado diversos cargos. El 13 de junio ingresó al IMSS, donde le informaron que tendrían que practicarle un legrado porque el embrión había muerto. De manera responsable llamó a su jefe inmediato para comunicarle que no regresaría a la oficina. La respuesta de Martínez Soria aún está fresca en la memoria de María Elena López Bretón y testigos que lo escucharon por el alta voz del teléfono celular:

“…lo único que te voy a decir es que por favor la próxima vez nos avises con tiempo, porque no es posible que abandones así el trabajo; hace rato yo personalmente tuve que ir a pedir unas cosas hasta la planta baja y eso no es posible, yo no tengo que hacer tu trabajo; es una irresponsabilidad que te vayas así cuando hay tanto trabajo…”

María Elena López Bretón perdió a su hijo como resultado del excesivo trabajo que le fue impuesto por su jefe inmediato tras conocer que estaba embarazada; Martínez Soria “un estudioso doctor” egresado de la Universidad de Barcelona, prosiguió con el hostigamiento cuando ésta volvió a su trabajo y decidió marginarla colocándola en un reducido espacio de la oficina gubernamental, es decir, la sacó del cubículo que ocupaba antes de ser hospitalizada.

La DDHPO resolvió el pasado 17 de noviembre que en términos del artículo 45 de la Ley de la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos del Estado Libre y Soberano de Oaxaca acreditando violaciones a los derechos humanos de María Elena López Bretón, por parte de Jesuswaldo Martínez Soria.

Es increíble, pero desde el principio tuvo conocimiento el gobernador Gabino Cué Monteagudo, quien ofreció atender el caso y afirmó –de acuerdo a lo dicho por López Bretón- que personas como Jesuswaldo no deberían seguir trabajando en el gobierno estatal porque hacían daño… pero nada pasó, el servidor público sigue laborando en la misma oficina, en tanto que a María Elena se le ofreció desde la Secretaría de Administración un cambio para que no tuviera que seguir viendo al funcionario que había violentado sus derechos, está vez sería como “oficial” en el Instituto de la Mujer Oaxaqueña. María Elena no aceptó y le recordó al titular de la dependencia que la víctima era ella.

De acuerdo con la propia DDHPO, María Elena López Bretón sufrió una serie de violaciones a sus derechos consagrados en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer y otras reglamentaciones.

Pero esto no ha sido todo, un médico del IMSS de nombre Luis Salvador Aguilar Rodríguez, encargado de la Coordinación del Departamento Clínico de Ginecología proporcionó al Jefe de la Oficina de la Gubernatura, Héctor Iturribarría Pérez, documentos propiedad del IMSS con la pretensión de descalificar las acusaciones de María Elena. Sin duda, una violación más a sus derechos que podrían ocasionar una nueva demanda ante la DDHPO e, incluso, de tipo penal contra quién o quiénes resulten responsables.

Aunado a ello, ha recibido advertencias que suenan a amenazas “tus llantas podrían salirse”, en tanto otra empleada que atestiguó ante la DDHPO a su favor fue despedida y un compañero fue marginado por solidarizarse con ella. Hoy, María Elena López Bretón tiene una justicia a medias, que exhibe la actuación de los servidores públicos, su falta de ética y de humanidad, que se suman al enorme abuso de poder al grado de obtener documentos que debían ser confidenciales entre pacientes y personal médico del IMSS, pero que finalmente revelan una serie de complicidades que alcanzan al propio mandatario oaxaqueño.

En suma, hay complicidad, opacidad y omisión que revelan que aquello del gobierno de los derechos humanos, como se autonombran, es una falacia.

Los siguientes son casos pendientes, no justificaciones para el gobierno gabinista, porque aunque estos crímenes no se cometieron en la actual administración, es hoy el responsable de su solución.

María de los Ángeles

El pasado 24 de noviembre se cumplieron 10 años desde que María de los Ángeles López Díaz, quien estaba embarazada, fue quemada viva por su compañero, un policía ministerial de nombre Samael Cruz Delgado. Las heridas le produjeron un aborto y finalmente la muerte un 1 de enero de 2002.

Su familia ha tenido que enfrentar un larguísimo proceso que todavía no termina, Samael Cruz Delgado no ha sido sentenciado, a pesar que fue aprehendido en 2009 en Estados Unidos por el FBI y deportado a Oaxaca para enfrentar a la justicia. Por increíble que parezca pronto se cumplirán 10 años y nada pasa.

Marlyn

Marlyn del Rosario Cruz Rodríguez murió en un consultorio dental ubicado en la agencia municipal de Cinco Señores donde le fue practicado un aborto. Los hechos que ocurrieron en agosto de 2006 aún no están resueltos por la justicia. Los presuntos responsables de los hechos ni siquiera están detenidos, incluso uno de ellos Alfonso Santos Zavaleta, fungió como agente municipal de esa agencia durante la administración municipal anterior.

Virginia y Daniela

La desaparición de Virginia y Daniela Ortiz Ramírez, ocurrida el 5 de julio de 2007 nunca ha sido investigada y se atribuyó a un conflicto interno entre grupos de la etnia triqui. Su familia sigue esperando que regresen la maestra bilingüe, Virginia entonces tenía 20 años, y su hermana Daniela apenas 14 años y era estudiante de secundaria.

Teresa y Felícitas

En la misma zona de la mixteca oaxaqueña ocupada por el grupo triqui, Teresa Bautista y Felícitas Martínez fueron asesinadas cuando apenas tenían 22 y 24 años. Ambas eran locutoras de la Voz que Rompe el Silencio, estación radiofónica comunitaria ubicada en San Juan Copala. Estos hechos ocurrieron un 7 de abril de 2008.

Como en el caso de las hermanas Ortiz Ramírez, los asesinatos de las locutoras triquis no han sido aclarados y los cuatro crímenes son sin duda producto de la violencia que se ejerce contra las mujeres por el hecho de ser mujeres, ya que frente al conflicto las mujeres se convirtieron en un botín de guerra.

Violencia obstétrica

Un enamorado secretario de Salud no se dio por enterado de la iniciativa de ley que se supone envió el ejecutivo al legislativo. El ejecutivo posibilitó y pidió la elaboración de la misma a organizaciones civiles, nadie leyó el encargo una vez que organizaciones que participaron en su elaboración concluyeron su trabajo, se firmó y como si fuera un “paquete” lo llevaron ante el Congreso.

Del entuerto, lo increíble es que el titular de Salud, German Tenorio, no estuviera enterado. Es como si su jefe Gabino Cué le hiciera “manita de puerto”. Falta de comunicación o es que ahora nadie quiere hacerse responsable de nada, frente a la embestida de las organizaciones y colegios médicos.

Verdades a medias o mentiras completas. Mientras el personal médico asegura que nadie los consulto; Eduardo Liendro, uno de los promotores de esta iniciativa, dice que ya lo habían platicado con diversas organizaciones médicas.

Quienes ahora ven plácidamente la batalla de dimes y diretes en que se ha convertido el tema de la violencia obstétrica que tiene detenido todo “el paquete de reformas” que favorecerían una vida libre de violencia para las mujeres, son las y los legisladores que debían analizar la propuesta, pero no se preocuparon, la decisión sería política y en ese camino saltaron los chipotes.

Del tema, nadie sabe a ciencia cierta nada. Hay quienes opinan, incluso, que la violencia obstétrica debe legislarse pero su sitio correcto es la Ley de Salud estatal. Lo que sí quedó claro, es que el Secretario de Salud no conoce la iniciativa, lo peor -sin duda- es que según su propio dicho, tampoco se preocupó por saber de qué se trataba. Es decir, el chipote creció mucho entre legisladores y los empleados gubernamentales. Vaya cosa.

@jarquinedgar

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